Ante el indudable cambio civilizatorio abierto a distintos diagnósticos y el escenario distópico que se presenta como inminente, surge el interrogante acerca del lugar que ocupará el psicoanálisis en el futuro más inmediato. Las mutaciones antropológicas que este cambio acarrea nos obligan, sin embargo, a una puntualización: mientras que el psicoanálisis no es eterno y depende de condiciones epocales, el inconsciente sí lo es, como afirmó Freud. Lacan, por su parte, aseveró en “La Tercera” que la ciencia y sus derivas técnicas también serán un síntoma en la vida de las existencias parlantes, sexuadas y mortales. Esa será siempre la oportunidad del psicoanálisis ya que las transformaciones subjetivas propias del devenir capitalista no anularán los síntomas y la posibilidad de poner en acto el inconsciente y elaborar su saber con la presencia de la escucha analítica. La inquietud sobre el futuro y la actualidad del malestar en la cultura conciernen también a otros discursos cuyas propuestas podremos analizar y discutir de la mano de la teoría materialista de lo Real propuesta por Lacan. Con esta brújula, lejos de dejarnos arrastrar por un pesimismo antropológico, sabemos que aun en los escenarios más desfavorables el sujeto del inconsciente puede y debe advenir.