Aimée tenía escritas dos novelas en el momento de su internamiento, dos novelas dedicadas al príncipe de sus pensamientos, al príncipe de Gales, que fueron enviadas incluso a la Casa real inglesa y que tuvieron acuso de recibo. Ambas fueron rechazadas por los editores y de ellas Lacan extrae algunos pasajes bajo el epígrafe «producciones literarias». Lacan considera el valor clínico que tienen desde un doble punto de vista: nos informan del estado mental de Aimée en el momento de la composición y permiten captar rasgos de su personalidad, de los complejos afectivos y de las imágenes mentales que la habitaban y estos puntos de vista pueden suministrar un material de gran interés para el estudio de las relaciones del delirio de la enferma con su personalidad.
He intentado hacer una aproximación lingüística desde los planos de la expresión y del contenido. Las dos novelas fueron escritas ocho meses antes del atentado-creo que ya se ha comentado la relación con su misión y la amenaza a su hijo-. Lacan resalta un dato singular, no hay particularidad tipográfica alguna. Fueron mecanografiadas y estamos en lo opuesto al clásico escrito del paranoico interpretante en el que proliferan mayúsculas iniciales en sustantivos comunes, palabras destacadas sobre las demás, tintas diversas, subrayados, etc. Rasgos simbólicos y estereotipias mentales.
Hay otro elemento a destacar en las dos novelas y es la unidad de tono manteniendo un ritmo interior que garantiza su estructura. La primera novela «Idilio» no carece de imágenes de auténtico valor poético, y Lacan atribuye la expresión incompleta más a lagunas en la formación de Aimée y a su falta de habilidad que a un déficit de pensamiento. Carecen los textos de Aimée de la impresión de estereotipia del pensamiento, no llegando a ser siquiera expresiones de origen automático. Así pues, desde el plano de la expresión las características clásicas del texto psicótico como circunloquios de la frase, paréntesis, oraciones incidentales, subordinaciones intrincadas, latiguillos, machaconerías, repeticiones de la forma sintáctica, que delatan estereotipias mentales no aparecerían en ninguno de los dos textos. Para Lacan las dos novelas se componen de una sucesión de frases breves que se encadenan con un curioso ritmo de un modo natural.
Desde el otro plano hay que destacar el sentimiento respecto a la naturaleza que Aimée entronca con experiencias infantiles no olvidadas, en un ambiente campesino apareciendo a su lado una aspiración amorosa cuya manifestación verbal es más tensa cuanto más condenada al fracaso está. Es lo que califica Lacan como sensibilidad «bovarista», aludiendo a la heroína que da título a la novela de Flaubert. Aimée se mueve en una serie de extravíos románticos con el marco de la infancia y de sus emociones enmarcándolo todo. Sin embargo, evidentemente, tampoco podemos hablar de un texto «normal».
Es como si el delirio estuviera en el ordenamiento del pensamiento mismo más que en el campo gramatical y sintáctico.
En el artículo el «testamento de la hija muerta» de Eugenie Lemoine-Luccioni de «La Psicosis en el texto» se alude a un estudio de Serge André sobre las formas sintácticas propias de la psicosis catalogadas de acuerdo a pautas proporcionadas por Lacan.
La clasificación sería la siguiente: en primer lugar la aparición de neologismos, no de los gramaticales o léxicos buscados por el escritor sino aquellos que el sujeto soporta.
Sin embargo en el texto de Aimée no aparecen neologismos como tales aunque si vocablos poco frecuentes o frases en los que hay atisbo de los mismos pero son comprensibles :»no hay nada mejor que violinear en la nieve en invierno» o «mi hemión se tropieza al pasar delante de las cámaras».
En 2º lugar muletillas o refranes repetidos hasta la saciedad. Así en el texto de Aimée en un párrafo de apenas tres líneas tenemos que: «ella sonríe. Ella se sienta en recogimiento en la ventana sin lámpara. Ella piensa en el novio desconocido. Ella lo pide en voz alta, ella piensa en él ¡ella lo quisiera!
En 3º lugar estarían las frases interrumpidas que Lacan dice no encontrar en el texto y que yo no he encontrado tampoco como característico del discurso psicótico.
En 4º lugar en el texto psicótico habría una ausencia de metáfora siendo el discurso metonímico. Creo que éste podría ser un ejemplo: «Yo sirvo de escalera para frecuentar el bosque si te estorbo, arróllame, dame impulso de salto en salto, lo hollaré todo, el torrente me recibirá. Yo te guardo, tú me sirves de asiento cuando estoy cansado, tú pones cuñas a mi pie cuando subo, tú eres hermosa y yo te amo, a ti que has quebrado a menudo mis zuecos y has ensangrentado mis tobillos desnudos! Yo quisiera que se dijera que soy lindo como una piedra en el agua., ¡Oh mis amigas las piedra no olvidéis las oraciones!
En 5º lugar se daría una significación maléfica atribuida a los objetos y vuelta contra el sujeto supuestamente:»Todas esas cosas hechizas sorprenden, ella ha expulsado la naturalidad, los aldeanos no miran ya a las demás mujeres. ¡Vaya que conoce ella bien el arte de manejar a los hombres! Ella se pasa los días en la tina de baños, y luego en cubrirse de cosméticos; ella se muestra intriga, maquina».
Añade Eugenie a estos 5 rasgos que caracterizarían el discurso psicótico lo que Matte Bianco denomina simetría propia del discurso esquizofrénico . Siendo este último tautológico, cualquier proposición en él es equivalente a cualquier otra y el discurso no tiene ni principio ni final.No sé si se podría aplicar este criterio al texto de nuestra enferma. Me gustaría añadir desde el plano de la expresión una suerte de caos semántico en estructuras completamente agramaticales: «A las muchachas golosas siempre en fraude de gaterías, les enseño a guardar en la boca una manzana roja o una nuez, incluso si la glotis se les levanta en seguida, les pelo un muslo de nuez bien blanca».. o «no anochecerse contando con la luciérnaga».
Desde el plano del contenido observamos las clásicas fantasías de metamorfosis sexual tan propias de la esquizofrenia: «Me voy a recibir de muchacho, iré a ver a mi novia, ella tendrá hijos en los ojos, yo me casaré con ella».
La aparición de seres extraños: «un desconocido» «una cortesana» «David duerme poco, muy de mañana camina alrededor de la casa, ella escucha cómo se alejan sus pasos pesados, que hacen eco en su corazón».
Los sentimientos panteístas tan comunes en estos enfermos:»Tengo un sueño, las bestias de los bosques dimiten de sus fuerzas, de sus alas, de su veneno, yo las congrego».
Por otra parte es interesante notar cómo sin discernimiento alguno extrae palabras al azar de un diccionario, independientemente de su valor lingüístico o del alcance de su significado.
Es, como resalta Lacan «una enamorada de las palabras» . Su autodidactismo se revela a cada paso con declaraciones triviales, perogrulladas, lecturas mal entendidas, confusiones de ideas y términos, así, tenemos que Aimée escribe :»Hacen de las demás mujeres las ilotas de la sociedad» ( ilotas era el nombre que recibían los esclavos de los espartanos, y en general los ciudadanos sin derechos en Grecia) No es probable que tal vocablo perteneciera al bagaje cultural de Aimée y sí cuadraría con la idea de búsquedas azarosas entre las páginas de un diccionario así como cuando utiliza la palabra solípedo para referirse a los caballos o a los asnos –el solípedo es un animal con una sola pezuña- pero es un término técnico en Zoología.
También aparece el término hemión- o al menos así ha sido traducido- pero que no es registrado en el diccionario, etc.
Quisiera destacar dos frases que muy bien pudieran albergar la imagen obsesiva que la llevará a elegir el arma blanca para la agresión:»Me pongo mi falda coralina, mi boina vasca, «tomo mi daga» y mi hermana mayor me alarga mi capa» y «me encorvo para tomar una espada».
Por último no podemos desdeñar el valor poético de muchas de las imágenes de los textos de Aimée: «Los ojos de los niños son fuentes vivas, son más grandes que los tulipanes»o «En las noches heladas de invierno el cielo tiene demasiadas estrellas y pone algunas de ellas en los vidrios de las habitaciones frías para que el despertar de los pobres sea más dulce».
«Quienes se aman se parecen el uno al otro».