Die Verleugnung, término del alemán que se traduce como “negar, desmentir, renegar de” es utilizado de diversas formas por Freud. Aparece inicialmente en el contexto de la búsqueda de una definición para el mecanismo propio de la psicosis, para referir el rechazo o la renegación de una representación o de un hecho insoportable para el sujeto (1).
Posteriormente, y en el movimiento mismo en que la Verwerfung llega a designar el mecanismo de rechazo específico de la psicosis, el repudio aparece referido, tal y como encontramos en el texto “El fetichismo” (2), al complejo de castración. Die Verleugnung es el término elegido por Sigmund Freud para denominar el juicio particular que el perverso realiza en la confrontación con la castración de la madre. Este juicio consta de dos tiempos: en el primero el sujeto reconoce (Anerkennung) la castración. Se trata de una afirmación (Behauptung) ante la falta en su vertiente imaginaria. En el segundo tiempo, el sujeto rechaza la afirmación, rehúsa aceptarla, la desmiente (Verleugnung). De este modo el sujeto rehúsa reconocer la percepción, puesto que ello implicaría admitir la posibilidad de la propia castración. La consecuencia para el yo es la escisión, pues dos corrientes coexisten a partir de ese momento en el psiquismo: una permanece ligada al reconocimiento de la realidad externa, la otra, conformada según el deseo, mantiene las exigencias de la satisfacción pulsional.
Los trabajos de Feeud sobre el fetichismo y la escisión del yo tienen como eje central la concepción de un je escindido como consecuencia de la Verleugnung del sujeto ante la falta, y cuyo soporte imaginario viene dado por la ausencia del pene en la madre. De este modo, la Verleugnung aparece como causa de la escisión del je y como mecanismo propio de la perversión (3).
Por otro lado Freud, en los ensayos sobre la sexualidad infantil, en los que define ésta como polimorfa perversa, muestra el ser pulsional del niño como rasgo de perversión, pero sin fundamentarlo en una Verleugnung de la percepción de la castración de la madre. Se trata de una “perversión” de la sexualidad como efecto de la satisfacción pulsional misma.
Esta aparente dificultad en la concepción de lo perverso en Freud, entre la sexualidad pulsional infantil y el repudio de la falta materna, entre pulsión y castración, encuentra en Lacan su resolución mediante su articulación en la fórmula del fantasma y la lógica de la alineación-separación, anticipados en el texto freudiano “Pegan a un niño”.
Jacques Lacan en Introducción a una cuestión preliminar para un tratamiento posible de la psicosis y en Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sitúa con más precisión la Verleugnung como repudio ante la falta en lo simbólico, al mostrar la determinación por lo simbólico de los efectos imaginarios. No se trata de reducir la Verleugnung a la dimensión imaginaria de la falta –como rehusamiento de una percepción- sino del rechazo de la dimensión real de lo simbólico, es decir, de la castración misma y del hecho de que lo simbólico es incompleto e inconsistente. Podría decirse que al sujeto no le que da otro remedio, pues lo real es lo insoportable, que reconocer y dar acuse de recibo de la falta en el Otro y a la vez de defenderse, mediante una operación que implica el repudio de dicha falta.
Esta operación es la que regula y se concreta en el fantasma, en lo que implica éste de defensa frente a la angustia que produce lo real, y conlleva entonces el rasgo que caracteriza al fantasma como perverso por la positivación del ser.
En la constitución del fantasma el sujeto aloja su ser de goce ante dicha falta (4). Esta es la operación de separación y mediante la misma el sujeto completa y obtura la castración del Otro. Si en un primer momento de la separación, frente a la falta del Otro el sujeto responde con su propia falta, en un segundo momento que forma parte de la misma operación de separación, el sujeto aloja en el recubrimiento de ambas faltas su ser de goce. Este movimiento que va de la negativización a la positivización podemos llamarlo Verleugnung de la castración. De este modo, el fantasma incorpora la posición perversa de la estructura del neurótico, puesto que implica el reconocimiento y el rechazo de la falta del Otro a la vez. Y la Verleugnung indica el modo particular en que el neurótico obtura, repudia la castración del Otro con su ser de goce en el fantasma.
Verleugnung y escisión del je, quedan ahora vinculados de este modo: la escisión del je – Entzweiung del je dice Lacan (4) – se da entre la castración del Otro y el ser de goce. Podríamos decir que hay escisión del je entre una modalidad de respuesta que es la que el sujeto realiza articulando su deseo como deseo del Otro y otra respuesta, en la que utiliza su ser de goce, su rasgo de goce para obturar la castración del Otro. Y este doble movimiento puede ser descrito como Verleugnung.
Por ello podemos concluir que el desmentido está fundamentalmente referido a lo real. El sujeto desmiente, rehuye aceptar la falta, lo que no hace de él un perverso. Pero sí hace de él un neurótico que maniobra con su ser, ser enmarcado en su fantasma atravesado por la Verleugnung, al servicio de la constitución de un Otro supuestamente completo.
* Texto publicado en “Diccionario del Yo”, Nº Extraordinario de Acentos, 1995.
NOTAS.
1. Sigmund Freud
-1894. Las neuropsicosis de defensa.
– 1896. Nuevas observaciones sobre las psiconeurosis de defensa.
2. Sigmund Freud
-1927. El fetichismo.
3. Sigmund Freud
-1932. Nuevas aportaciones al psicoanálisis. Conferencia XXXI, “La división de la personalidad psíquica”.
– 1938. Escisión del yo en el proceso de defensa.
4. “Entzweiung”: “Desavenencia, disyunción” que Jacques Lacan hace equivaler a la escisión del Je en el seminario del 3 de Enero de 1969, “De un Otro al otro”.
BIBLIOGRAFÍA.
Sigmund Freud. Además de las obras ya citadas, es imprescindible la lectura de Las teorías sexuales infantiles, La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis así como del texto Pegan a un niño.
Jacques Lacan. En Escritos: La ciencia y la verdad, Subversión del sujeto, Kant con Sade. Seminarios: Lógica del fantasma.
Andrés Borderías