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PUBLICACIONES DE PSICOANÁLISIS DE ORIENTACIÓN LACANIANA

Lectura del Seminario 5 de Lacan: El nombre del padre en los capítulos VIII y IX.

Conferencia para Instituto Campo Freudiano Palencia 16 Diciembre 2006

Quiero agradecer a Fernando Aduriz la invitación que me ha hecho para venir a comentar algunos capítulos del seminario 5 de Lacan: Las formaciones del inconsciente. Por una singular coincidencia me veo aquí, en tierras palentinas, en la tierra donde nació mi padre, y en la que pasé buena parte de mi infancia, convocada a la tarea de comentar dos capítulos de este seminario que están dedicados precisamente a la cuestión del Nombre del Padre.

Por otro lado, aunque Lacan señaló que el declive de la figura del padre es coetáneo del nacimiento mismo del psicoanálisis y explica en buena medida su advenimiento, sin duda el padre de la sociedad contemporánea no es el padre de la época de Freud, ni tampoco siquiera el de mis ya lejanos años infantiles. El imperativo que atraviesa nuestras sociedades postmodernas y pone en cuestión todas las jerarquías ha conducido a la disolución progresiva e ineludible de los roles tradicionales de la autoridad. Además el desarrollo imparable de la ciencia, que no es ajeno a dicha disolución, permite ya que la reproducción humana se pueda escindir de sus bases sexuales que aseguraban la forma standart de la familia y supone por tanto un paso más y muy importante en la disolución de los roles parentales que la forma tradicional de la reproducción comportaba.

Entonces, lo que el psicoanálisis aporta acerca de la noción y de la función del padre , ¿puede todavía tener alguna pertinencia en este contexto de puesta en cuestión de todo lo que evoca una noción de jerarquía y de autoridad? Pero por otro lado, ¿ es tan seguro que este aporte consiste en resaltar la pura y simple equivalencia de la paternidad y de la ley? Espero que el desarrollo que voy a hacer pueda, en alguna medida , contribuir a ofrecer alguna respuesta a esta interrogante.

CAP. VIII: LA FORCLUSIÓN DEL NOMBRE DEL PADRE
En las diversas tentativas de vulgarización de la enseñanza de Lacan se ha tendido a retener sólo un aspecto de la problemática del padre, ése que conduce a la noción del Nombre del padre como significante de la ley. Ha sido frecuente contentarse con poner en evidencia la trascripción del Edipo freudiano en los términos de la metáfora paterna, operación que remplaza la dimensión del deseo (materno) por la dimensión de la ley (paterna). Esto ha hecho que Lacan haya podido ser considerado – y no sin razón- como aquel que en el movimiento analítico, tras la “herejía materna “de Melanie Klein, fue capaz de devolver al padre freudiano su figura, su función, su majestad y su operatividad. Aunque, como bien nos advierte Miller, es por haberlo exaltado y formalizado, así por lo que Lacan también pudo ir más allá de él.»
Sin duda en La cuestión preliminar , donde Lacan formula por vez primera el concepto de forclusión del Nombre del padre, y también, aunque no tanto, en el Seminario 5 contemporáneo de este escrito, el padre aparece dotado de una majestuosidad esencial. En de una cuestión preliminar el padre es designado como “el significante que en el Otro en cuanto lugar del significante, es el significante del Otro, en cuanto lugar de la ley”. Y en el Seminario 5 (p. 150) Lacan se expresa en parecidos términos:” el Nombre del Padre, es un término que subsiste en el nivel del significante, que en el Otro en cuanto sede de la ley, representa al Otro. Es el significante que apoya la ley, que promulga la ley. Es el Otro en el Otro”. Después trataremos de descifrar estas frases, ahora sólo las traigo a colación para dar una idea de esta majestuosidad del Nombre del padre y de su relación profunda, íntima, esencial con la ley. No obstante si algo me ha chocado en la lectura de este Seminario 5 es que, después de evocar esta majestuosidad del Nombre del Padre como significante de la ley, Lacan, en una pirueta sorprendente, relaciona al Nombre del Padre con el chiste. En verdad, la mayor parte del capitulo VIII sobre la forclusión del Nombre del Padre está dedicado a pensar esta relación entre el padre y el chiste. Puede decirse que en este seminario 5 el Nombre del Padre nace en el hilo del chiste. ¿No es esto bastante sorprendente? ¿Cómo una función, ligada por antonomasia a la ley, puede ser tratada a través del chiste? Sin duda, esto sirve para advertirnos que la mera equivalencia del Nombre del padre con la severidad de la ley, como a veces se ha hecho en la vulgarización lacaniana, es una simplificación y que lo que Lacan sostiene al respecto es mucho más complejo. Vamos a detenernos en el primer apartado del Cap.VIII (Págs 147-151) del seminario ,donde Lacan conceptualiza al Nombre del padre como el significante de la ley, para después pasar a comentar el resto de este capitulo donde Lacan lo sitúa en relación con el chiste.

En el apartado 1 de este capitulo VIII Lacan comienza por recordarnos lo que hay de constante en su enseñanza. “Esta constancia-nos dice en p.147- es que considero fundamental, para comprender lo que hay en Freud, advertir la importancia del lenguaje y de la palabra. Y añade: “esto ya lo dijimos de entrada ,pero cuanto mas nos acercamos a nuestro objeto más nos percatamos de la importancia del significante en la economía del deseo, digamos en la formación y en la información del significado” Esta precisión que añade Lacan es esencial : una cosa es resaltar la importancia de la palabra y el lenguaje para comprender lo que tiene que ver con el inconsciente , y otra es precisar la importancia del significante en la formación del significado y en la economía del deseo. Hay una tesis esencial que Lacan ya había desarrollado unos meses antes en Mayo de 1957 en su escrito La instancia de la letra. En este escrito Lacan había dado un paso fundamental: subvirtió la noción de signo lingüístico para plantear mediante su algoritmo que no hay correspondencia entre significante y significado sino que el significante en sus relacionas con otros significantes es la causa del significado. Respecto a esta tesis ya establecida ¿Cuál es la novedad aportada por Lacan en este seminario? Lo nuevo tal como él lo anuncia en el Cáp. I es la tesis de que el sistema significante para funcionar de una forma estabilizada requiere de un significante especial que tiene un papel privilegiado en la formación de los efectos de significado y en la economía del deseo. Efectos de significado y deseo van unidos para Lacan en este seminario pues, como veremos, gracias a la operación de un significante especial el deseo podrá significanrtivizarse, esto es, mostrarse equivalente al significado de una cadena significante inconsciente. Este significante especial es el que Lacan llama el significante del Nombre del Padre. Su tesis es que , sin este significante, ni la formación de los efectos de significado ni la economía del deseo quedan plenamente regulados.

Para hacernos ver la necesidad de este significante fundamental Lacan introduce en p. 148 la referencia a dos autores, Gregory Bateson y Gisela Pankow ; él los valora porque “tratan de introducir en la determinación de los trastornos psíquicos el hecho de la comunicación y de lo que en algún caso llaman el mensaje”. Reconoce que hay una sintonía entre las preocupaciones de estos autores y lo que él explica, aunque después señalará que es lo que le diferencia de ambos. El interés de Bateson para Lacan estriba en que trata de formular la génesis de la psicosis y en particular de la esquizofrenia en algo que se establece en la relación entre la madre y el niño, que no es simplemente un efecto elemental “de la frustración, de la tensión, de la distensión, de la satisfacción” ,de todo esto Lacan en este momento de su enseñanza, que está orientado por la primacía de lo simbólico, se burla un poco, sino que aborda la cuestión de la génesis de la esquizofrenia en cuanto centrada en una significación.(p.148) Es decir, Bateson está sobre la pista de algo, que es efectivamente concordante con Lacan, y es el tratar de situar la génesis de la psicosis no en lo genético, ni en cualquier otra determinación, sino en el lenguaje. Lacan no comenta directamente a Bateson sino que retoma el comentario que hace sobre el mismo hace Giesela Pankow . . Para aclarar un poco este resumen quizás demasiado apretado que nos proporciona Lacan, a través de esta autora, me voy a detener unos minutos en el artículo de Bateson. El articulo de Bateson al que se refiere Lacan se titula “Hacia una teoría de la esquizofrenia” y en él plantea que la génesis de la esquizofrenia está en una comunicación entre el niño y la madre que adopta la forma discordante, desgarradora, de lo que él llama el doble vinculo. El doble vinculo se compone según Bateson de una inyunción primaria del tipo “si no haces tal cosa, te castigaré “y una inyunción secundaria en conflicto con la primera a un nivel más abstracto y sostenida también por castigos o por señales que amenazan la supervivencia… “El individuo se encuentra prisionero de una situación- dice Bateson- en la que la otra persona emite al mismo tiempo mensajes de dos ordenes uno de los cuales niega al otro y es incapaz de discriminar a que orden de mensaje debe responder.” La hipótesis es que la madre del esquizofrénico es alguien para quien la existencia del niño tiene un significado especial, que provoca su ansiedad y su hostilidad, si ve un riesgo de un contacto intimo con el niño… Pero al mismo tiempo para esta madre, estos sentimientos de hostilidad hacia su hijo no son aceptables, y trata de negarlos con la expresión de mensajes afectuosos simulados, y que inducen al niño a tratarla de forma afectuosa. . .- el niño –sostiene Bateson- es castigado si discrimina correctamente el mensaje de la madre y es castigado si lo discrimina erróneamente : está capturado en un doble vinculo” . En resumen, la naturaleza del doble vinculo, presente en la situación familiar en la que se encuentra el esquizofrénico , conduce al niño a una condición en la que, si responde al afecto simulado de la madre, ésta sentirá ansiedad y lo castigará. Por otra parte, si no se muestra afectuoso, la madre lo sentirá como una acusación por su

falta de amor y su ansiedad será de nuevo estimulada; en consecuencia castigará al niño por su alejamiento. (…) “El niño es pues castigado si demuestra amor y afecto y es castigado si no lo demuestra”
Bateson concluye – esta es la conclusión que recogen Gisela Pankow y Lacan ( p. 148)- que “El insoluble dilema en el cual se encuentra (el esquizofrénico) puede expresarse así: “si quiero mantener la unión con mi madre, no debo demostrarle que la amo, pero si no la demuestro que la amo, la pierdo”.

Lacan precisa (p. 148) que en este doble vinculo no se trata de “dos sentidos uno detrás de otro, con un sentido que esté más allá del primero y que tenga el privilegio de ser el más auténtico de los dos.” Sino que “hay dos mensajes simultáneos en la misma emisión, por decirlo así, de significación, lo cual crea en el sujeto una posición tal que se encuentra en un callejón sin salida”.

Ahora bien este análisis de Bateson, según Lacan, pese al interés que tiene, no resulta suficiente. ¿Por qué? Porque se mantiene únicamente en el plano de las significaciones. Es el doble mensaje como doble significación. Pero – nos dice Lacan (p. 149) – “esta concepción ignora lo que el significante tiene de constituyente en la significación”. Esta es la clave: que no nos podemos limitar a un análisis de las significaciones ,como hace Bateson, sino que debemos tener en cuenta que el significante tiene una importancia decisiva en la génesis de la significación. Precisamente el problema de las psicosis ,según Lacan, es que el significante no llega a tener este papel constituyente. (p. 149) Como desarrollará Lacan en páginas posteriores, cuando este significante, que es constituyente, falta lo que ocurre es que todo el orden de las significaciones se desestabiliza. Hace falta ,pues, algo más acá de las significaciones, más acá de las palabras, que sea lo que les da su fundamento a éstas. Lacan reconoce que Gisela Pankow está sobre la pista de esto que él mismo está abordando. Nos recuerda (p. 149) una afirmación que ella hace sobre las psicosis: “falta la palabra que fundaría la palabra en cuanto acto.”De entre las palabras ha de haber una que funde la palabra como acto en el sujeto.” “Esto señala Lacan- está claramente en la misma vía de lo que ahora estoy abordando” . Y agrega (p. 149) que al igual que él Gisella Pankow “al subrayar el hecho de que en alguna parte ha de haber algo que funde a la palabra como verdadera está manifestando la necesidad de que haya algo que estabilice todo el sistema.” Pero con este fin, Gisella Pankow recurre a la perspectiva de la personalidad. Lacan considera que no es desde la perspectiva de la personalidad como hay que formularse la cuestión sino desde la perspectiva del significante. Esta referencia a la personalidad Lacan sólo la considera fundada psicológicamente en la sensación que tenemos de que si esas significaciones en doble vinculo crean esos callejones sin salida es porque se trata de sujetos esquizofrénicos. Pero a la vez-continua Lacan(p. 150)_” no podemos dejar de tener también la sensación de que ha de haber algo en el origen de este déficit, y no tan sólo la experiencia de los callejones sin salida de las significaciones sino la falta de algo que funda la significación y que es el significante ”. Es decir, que la significación en doble vínculo no basta por sí misma para dar cuenta de la psicosis, que si el sujeto vive esas significaciones de modo tan desconcertante y desgarrador, es porque en su sistema simbólico falta algo que funda a la propia significación , más aún, que la autoriza. Y esto que funda la propia significación, según Lacan, no tiene nada que ver ni con la persona ni con la personalidad, esta es la diferencia de Lacan con Giselle Pankow, sino que es un significante , un significante fundamental que Lacan denomina el Nombre del Padre. El Nombre del Padre es según Lacan (p. 150) ese significante que “da autoridad a la ley” entendiendo por ley “lo que se articula propiamente en el nivel significante, a saber, el texto de la ley” . Es decir, tenemos la ley de la articulación significante, la ley de los significantes – les recuerdo- es que unos se articulan con otros y que en si mismos no significan nada , no tienen sino este valor diferencial. Entonces lo que funda el hecho mismo de que haya ley, es decir que estos significantes se articulen en un cierto orden , para constituir precisamente efectos de significación ,veremos de que particular manera , lo que le da su autoridad a la cadena significante es también un significante, un significante privilegiado que es el Nombre del Padre. A continuación (p.150) Lacan hace esta diferenciación cuya importancia es absolutamente decisiva: “No es lo mismo decir que ha de haber ahí una persona para sostener la autenticidad de la palabra, que decir que algo autoriza el texto de la ley. A lo que autoriza el texto de la ley le basta con estar, por su parte en el nivel significante. Es lo que yo llamo el Nombre del Padre, el padre simbólico” . El Nombre del Padre no es pues una persona, es un significante y este significante es interno al propio sistema de los significantes. Y aquí (p. 150) vienen las formulas que ya había planteado Lacan en De una cuestión preliminar… y que leímos al principio: El Nombre del Padre es “un termino que subsiste en el nivel del significante, que en el Otro en cuanto sede de la ley, representa al Otro. Es el significante que apoya la ley, que promulga la ley. Es el Otro en el Otro”. El Nombre del Padre está pues inserto en el campo del Otro, en el campo del significante, y por eso El Nombre del Padre es el Otro del Otro cuya función es apoyar la ley del significante, representarla y también promulgarla .

Tenemos que recordar que en este Seminario hay un cambio decisivo en la concepción del Otro. Ya no se trata del Otro de la palabra, heredero de la dialéctica hegeliana, sino del Otro del significante, en el cual no hay sino diferencias. Lejos de ser una plenitud compacta, portadora de significaciones plenas y verdaderas, que permiten que entre el sujeto y el otro se instaure la dialéctica intersubjetiva del reconocimiento, en el Otro del significante hay hiancias, rupturas. Ya hemos visto que frente a la completud del signo ,como correspondencia entre significan te y significado, hay una hiancia entre significante y significado; esto hace que la relación entre el sujeto y el Otro ya no se pueda establecer como una relación reciproca donde la comunicación se establece de un modo pleno, verdadero. En realidad, esta hiancia entre significante y significado haría per se imposible toda comunicación. Como un significante remite no a un significado sino a otro significante, la cadena de los significantes se deslizaría al infinito sin amarrarse a ningún significado. Es necesario, pues, que en el Otro del sistema significante haya algo que, de alguna forma, logre producir cierto enganche o amarre entre el significante y el significado y permita establecer un universo de sentido. Para designar la froma en que se produce el abrochamiento entre el significante y el significado Lacan introduce la imagen del punto de capitoné, con ella trata dar una idea de cómo el efecto de significado se produce siempre por retroacción significante. Es por esto que decíamos que el significante es la causa del significado. El punto de capitoné es una de las primeras formas que tiene Lacan de plantear el Nombre del Padre. En resumen, podemos decir que el sistema significante ,el Otro del significante, necesita de algo que lo estabilice. Este algo es el Nombre del Padre , un significante privilegiado dentro del campo del Otro… Este significante del Nombre del Padre es privilegiado no por su sentido, obviamente, sino por su función, que parece ser la de anudar elementos heterogéneos. Por un lado, anuda significante y significado haciendo posible la producción de significaciones , pero de tal modo, como veremos, que estas no están rígidamente codificados .Por otro lado, el Nombre del Padre hace que se mantengan unidos los elementos del triangulo madre-falo- niño.

A continuación, (p. 150) Lacan señala que esto que él plantea acercan del Nombre del Padre como significante de la ley es lo que se expresa en el mito freudiano del Edipo. En realidad, lo que Lacan hace es una operación de logificación del mito que Freud nos presenta en Totem y Tabú . Operación con la que realiza lo que podemos considerar como el verdadero paso del Mithos al Logos en psicoanális. Este paso consiste en transformar .al padre y su asesinato – suceso primigenio que estaría en el origen y fundamento de la ley , según Freud, en un significante que opera en la estructura misma del lenguaje y que es el fundamento de la ley, el significante del Nombre del Padre.Para Freud la muerte del padre es precisamente lo que instaló la ley. “El muerto –escribe Freud –era más fuerte que cuando estaba vivo. Lo que antaño había impedido él – el gozar de las mujeres que el acaparaba para sí- “ahora los hijos se lo prohibían por sí mismos en virtud de esa obediencia retrospectiva, característica de una situación psíquica con la que el psicoanálisis nos ha familiarizado. Negaban su acto mediante la prohibición de la muerte del totem, sustituto del padre y renunciaban a recoger los frutos de sus actos negándose a tener relaciones sexuales con las mujeres a las que habían liberado” Así pues para Freud la ley, la ley de la prohibición del goce incestuoso tendría su fundamento en este asesinato del padre.

[En “Las estructuras elementales del parentesco” Levi Strauss en su revisión de Totem y Tabú señala que el error de Freud fue no plantear que estos fenómenos que ponen en cuestión la estructura mas fundamental del ser humano no pudieron aparecer de una sola vez sino que se repiten enteramente en cada conciencia; y su explicación pertenece a un orden que trasciende las sucesiones históricas” A partir de los años 50 Lacan sigue las vías abiertas por el antropólogo y busca la lógica de ciertos fenómenos en la estructura del ser humano en tanto que ser de lenguaje mas que en su historia. La emergencia del Nombre del Padre como función significante es contemporánea de las tentativas de formalización del inconsciente inspiradas por Las estructuras elementales del parentesco .]

El lazo establecido por Freud entre la ley y la muerte del padre Lacan- en la senda abierta por Levi Strauss- lo lleva a la estructura, planteando que no es preciso matar al padre, porque, para el inconsciente, aquel que instaura la ley está ya previamente muerto pues es un puro símbolo, un significante,y así en p. 150 señala:“el padre como quien promulga la ley es el padre muerto, es decir

el símbolo del padre. El padre muerto es el Nombre del Padre” (p. 150). Lo que instaura pues la ley, la prohibición del goce incestuoso, no es una persona, es el significante del Nombre del Padre. Si el significante es “el asesinato de la cosa” es decir si el significante supone la pérdida de la referencia, el significante del Nombre del Padre supone la pérdida del goce incestuoso.

Una vez planteado que el padre es un significante, está dado el primer paso para abordar la cuestión de la Verwerfung del Nombre del Padre, término alemán que significa rechazo, exclusión, pero que Lacan acabará prefiriendo traducir en referencia al Nombre del Padre por “forclusión”. Lacan insiste (p. 150) en la importancia de distinguir entre el mecanismo de la Verwerfung -rechazo-y el mecanismo de la Verdrängung o represión. Esta diferencia ya está planteada por Freud en varios textos , por ejemplo ,de modo muy explícito, en el Hombre de los Lobos. La Verwerfung designa algo que no se ha simbolizado en absoluto ,es decir, que no está de ninguna manera inscrito en el inconsciente, en la cadena significante del psiquismo. Proceso bien diferente de la Verdrändung o represión donde ese algo sí está inscrito en el psiquismo, sí está inscrito en la cadena significante, sólo que el sujeto no lo sabe, porque ese elemento significante está reprimido es inconsciente. Lacan lo dice así (p. 150) La Verwerfung “es distinta de la Verdrängung , es decir, distinta del hecho de que la cadena significante siga desplegándose y ordenándose en el Otro, lo sepas tú o no lo sepas…” Pero “La Verwerfung, no es simplemente lo que está más allá de nuestro acceso, es decir lo que está en el Otro como reprimido en cuanto significante. Esto es la Verdrängung.” La Verwerfung es lo que está rechazado absolutamente del campo del Otro, lo que falta o hace agujero en el campo de lo simbólico.

De ahí que, según señalaba Lacan en el Seminario de Las Psicosis de 1955, mientras que el significante reprimido tiende a retornar de una forma cifrada, pero legible, en los síntomas del sujeto, lo que ha sido rechazado aparece en lo real en diversos fenómenos, como la alucinación, en una forma completamente enigmática e ininterpretable.

Ahora bien, el concepto de Verwerfung , es decir de lo rechazado de lo simbólico, por sí mismo no es lo que especifica a las psicosis. Durante un tiempo en la enseñanza de Lacan bajo el concepto de Verwerfung se engloban dos procesos diferentes: una Verwerfung estructurante , normativa que es la la represión primaria y una Verwerfung patológica, excepcional, propiamente psicótica. La Verwerfung como represión primaria es inherente a la instauración mima del significante y comporta para el sujeto la pérdida del objeto de satisfacción originario, la perdida de La Cosa. Lo que va a ser la Verwerfung propiamente psicótica se refiere al rechazo de un significante, particular, de un significante que es el sostén de todo el armazón simbólico, el significante del Nombre del Padre. La disociación de estos dos procesos englobados bajo el término de Verwerfung constituirá una conquista progresiva a lo largo del seminario de Las Psicosis 1955-56, para culminar en 1958 en el escrito De una cuestión prelimar a todo tratamiento posible de las psicosis con el establecimiento del concepto de Verwerfung, vinculado al Nombre del Padre como el mecanismo específico de las psicosis. En este Seminario 5 al hilo de lo que ya había señalado en La cuestión preliminar Lacan (P.151) insiste en que lo que está verworfen, es decir lo que falta en la cadena significante en el caso de las psicosis es un significante particular, el significante del Nombre del Padre.

[“Han de comprender ustedes- señala- la falta de este significante particular del que acabo de hablarles, el Nombre del Padre, dado que funda el hecho mismo de que haya ley, es decir, articulación en un cierto orden del significante- complejo de Edipo o Ley del Edipo o ley de prohibición de la madre” (p. 151).]

[¿Por qué Lacan acaba prefiriendo traducir el término Verwerfung por “forclusión” en vez de por “rechazo”? Aunque deja constancia de esta preferencia en el seminario 3 Lacan no argumenta su porqué. Se puede esclarecer de alguna manera teniendo en cuenta que en la lengua francesa el término “forclusión” es de uso corriente en el vocabulario jurídico y significa “ la caducidad de un derecho no ejercido en los plazos previstos”.Por otra parte, según el Littré, el sentido propio y primitivo del verbo forclore es excluir. Si hay un término que, además de excluir tiene una connotación jurídica marcada, se comprende que éste es más pertinente para traducir una Verwerfung de la ley que vocablos como el de “rechazo” o “cercenamiento”.]

Lacan concluye este apartado 1 señalando (p. 151) que cuando este significante esencial en el campo del Otro falta, el sujeto ha de suplir esta falta del Nombre del Padre. Esto acarrea lo que él llama “la reacción en cadena, o la desbandada”. Veremos que esta reacción en cadena o desbandada son una serie de trastornos del lenguaje, propios de la psicosis, que se caracterizan porque los significantes están desamarrados, radicalmente desordenados. Estos desórdenes del lenguaje en las psicosis son

diversos pero Lacan los ordena justamente en torno a la falta de este significante del Nombre del Padre: cuando este significante que “funda el hecho mismo de que haya ley, es decir, articulación en un cierto orden de la cadena significante” está forcluido , acontecen todos estos fenómenos de “desbandada “de los significantes propios de las psicosis.

Después de este apartado donde ha conceptualiza al Nombre del Padre como aquel significante que funda el hecho mismo de que haya ley, Lacan , como dije al principio, en una suerte de pirueta sorprendente pasa a hablarnos en el apartado 2 del chiste. Aunque, por otro lado, esto tiene toda su lógica; pues lo que él hace no es sino situar toda esta cuestión del Nombre del Padre en continuidad con lo que ha estado hablando en la primera parte del seminario, la cual sabemos que ha girado en torno al chiste, más precisamente en torno a como concebir la satisfacción que el chiste proporciona. Para Lacan la satisfacción especial que el chiste procura estriba en que en él se realiza (p.152) “la simultaneidad entre la intención del sujeto, que va a manifestarse como mensaje y la llegada del propio mensaje al Otro.” “Esta perfecta identidad, simultaneidad, superposición exacta entre la manifestación de la intención del ego y el hecho de que el significante es admitido en el Otro es lo que constituye el principio de la posibilidad misma de la satisfacción de la palabra”, pero justamente lo que marca Lacan es que, por regla general, esto no sucede, en general la palabra nos deja insatisfechos. ¿Por qué esta insatisfacción? . Porque por la naturaleza del significante hay siempre un desfase entre lo que se quiere decir, la intención del ego y lo que es sancionado desde el lugar del Otro. De ahí el entrecruzamiento de las dos líneas del grafo, la línea vertical que indica lo que sería la intención del ego y el entrecruzamiento con el Otro del significante que provoca que haya un desfase en toda intención o demanda. El desfase de la satisfacción de toda demanda puede sintetizarse así: nunca se obtiene lo que se ha pedido, nunca se es escuchado como se desearía haberlo sido. Este desfase, este margen, es el deseo por excelencia. El grafo del deseo que Lacan comienza a construir en este seminario es en realidad “el grafo del deseo como desfase, desfase permanente de toda expresión verbal, entre el mensaje y el Otro “ No hay satisfacción, la regla general es la insatisfacción aunque a veces se produce, a pesar de todo, el milagro de la satisfacción… Este milagro es el que acontece en el chiste: “el chiste consiste – nos dice Lacan (en p. 153) -en que en el Otro ocurre algo que simboliza la condición necesaria para toda satisfacción. A saber que se te escucha más allá de lo que dices”. Y este milagro ocurre en el momento del propio fracaso en el decir, cuando en el propio mensaje, siempre insuficiente, el Otro llega a entender lo que está más allá. Es decir que consigue entender justo en el fracaso del decir. La satisfacción que proporciona el chiste es una satisfacción muy cercana a la del reconocimiento, pero no es el reconocimiento de la dialéctica hegeliana. Es el reconocimiento de lo que quieres decir más allá de lo que has logrado decir.

Pues bien es en este sentido como puede decirse que en este seminario “el Nombre del Padre nace en el hilo del Witz “En definitiva-como sostiene Miller del que tomo algunas de estas consideraciones- el Nombre del Padre es en este seminario lo que en el código puede decir sí al neologismo. En cambio el código de la maquina solo puede decir: esto se encuentra o esto no”. Todo chiste tiene algo de neologismo pero una máquina, que es algo donde el código está fijado definitivamente, no puede admitir el neologismo y lo registra como un vulgar error. Por ejemplo escriban ustedes en su ordenador el famoso chiste de Freud “famillonario” e inmediatamente la máquina ordenará: esto no es correcto, corríjalo. ¿Qué hubiera hecho falta? Que en la máquina hubiera algo que en lugar de decir no a este “famillonario”, dijera sí, toma tu sitio al lado de los otros significantes ya lexicalizados. Haría falta alguien que, representando las leyes del lenguaje, al mismo tiempo fuera capaz de hacer una infracción al reglamento automático, admitiendo la excepcionalidad de este neologismo. “Esta función que a la vez que representa la ley puede acoger la excepción es precisamente el Nombre del Padre” Es verdad que Lacan ha presentado al Nombre del Padre siguiendo las formulas de La cuestión preliminar como el Otro que representa la ley, pero por otro lado lo vincula con el chiste. Recuerden la cita que leímos en p.150 allí decía no sólo que el Nombre del Padre representa a la ley sino que “la promulga” es decir la constituye como tal. Aquí puede verse uno de los puntos por donde Lacan vincula el Nombre del Padre con el chiste, porque justamente el Otro del chiste, al admitir en el código un mensaje que es un neologismo, está en el nivel de quien constituye la ley. En la Pág. 154 podemos leer entre líneas esta vinculación del Nombre del Padre con el chiste: “Lo que la satisfacción del chiste remedia hasta el punto de proporcionarnos una especie de felicidad, el fracaso de la comunicación del deseo por la vía del significante- se realiza de la forma siguiente – el Otro admite un mensaje como impedido , fracasado, y en este mismo fracaso reconoce la dimensión más allá donde se sitúa el verdadero deseo, es decir, aquello que debido al significante no llega a ser significado. “ Y sigue: “Como ustedes ven, aquí la dimensión del Otro se amplía por poco que sea. Y en efecto, ya no es sólo la sede del código sino que interviene como sujeto, admitiendo un mensaje en el código y complicándolo. O sea que ya está en el nivel de quien constituye la ley propiamente dicha (la cursiva es mía), pues es capaz de añadir esta ocurrencia, este mensaje, como suplementario, es decir, como algo que designa por sí mismo, el más allá del mensaje.” En página 158 el lazo entre el Nombre del Padre y el chiste es mucho más explícito: “El nombre del Padre en cuanto que es capaz de admitir el mensaje…” aprobar el mensaje, es la expresión empleada por Lacan para calificar esta acogida del neologismo en el código y aquí esta función está explícitamente atribuida al Nombre del Padre.

En francés el nom du père tiene sin duda una homología con el non du père. Quizá por eso nos hemos quedado con la idea de que el padre como representante de la ley es el que dice no. Sin duda hace falta el no. Pero lo sorprendente de este seminario es que el padre también dice “sí” a lo que hace excepción a la ley. “El Nombre del Padre en este seminario representa la ley pero también es el que la transgrede y el que la transgrede para el sujeto. Es aquel para quien existen los casos particulares. Este seminario permite desprenderse de una idea del padre que lo identifica al no, a la función de la interdicción, y abrirse a una perspectiva mucho más interesante donde la dimensión de la ley incluye un cierto sí a lo que la transgrede, es decir incluye un cierto lado “fuera de la ley” en el seno mismo de la relación a la ley. En definitiva se trata de un padre donde la dimensión universal de la ley está menos opuesta que articulada a la particularidad del deseo. La verdadera función del padre no es representar el universal de la ley sino anudarlo al deseo como momento de la singularidad del sujeto. Desde esta perspectiva el padre hace función de límite a lo ilimitado de la ley que querría que todo sea codificado, que una regla universalmente válida rigiese en todo momento para lo que decimos y lo que hacemos.

[El Nombre del Padre articula el universal de la ley al deseo como momento de la singularidad del sujeto, esto es lo que da a la ley su autonomía. En p. 158 Lacan dice: “El N del P en cuanto capaz de admitir el mensaje es garante de que la ley se presente como autónoma”. Y dice que justamente esta función es la que está forcluida en la psicosis. ¿Qué quiere decir que la ley se presente como autónoma? Sin duda tiene resonancias kantianas. Podemos oponer la autonomía de la ley a la heteronomía de la ley. En la psicosis la ley del significante aparece como algo absolutamente heterónomo, como radicalmente ajeno al sujeto, que se le impone desde fuera y que funciona sólo. Podemos oponer también con Miller la autonomía de la ley al automatismo de la regla. En el fondo el horror es el automatismo de la regla, es cuando la regla funciona sola, ciegamente. La ley no es un código que funciona ciegamente. Si ese fuera el caso no existiría el chiste. Si la ley del Otro funcionase ciegamente como el código, como el diccionario codificado del ordenador, no habría chiste. Se puede pensar pues la ley en su autonomía como distinta del automatismo de la regla. En todo caso pensar el N del P a partir del chiste nos permite pensar una ley que no es un universal que se impone de una forma ciega sino que es una ley que tiene en cuenta el caso particular, la particularidad del deseo de cada sujeto y su invención, por fuera de lo que está codificado.]

Hemos visto vía el chiste que el significante del Nombre del Padre es ese Otro que en el Otro del código autentifica el mensaje del sujeto, admitiendo incluso las desviaciones que ese mensaje comporta respecto al código. ¿Qué ocurre cuando el N del P está forcluido?
Para responder a esta pregunta Lacan comienza por recordarnos el esquema de la comunicación normal. El esquema normal comporta el lugar del mensaje y el lugar del código. El lugar del código es equivalente al lugar del Otro aunque no similar, pues las propiedades del lugar del Otro son más complicadas.

[En el Otro como tesoro del significante, a diferencia del código, los significantes no remiten a significados de una forma fija y preestablecida, sino que los significantes remiten a otros significantes, y precisamente para que se produzca el efecto de significado, es necesario que algo en el lugar del Otro permita retroactivamente que se cierre la significación y autentifique el mensaje.]

En el esquema normal de la comunicación “hay -nos dice Lacan (p. 157)- un vaivén giratorio del mensaje al código y del código al mensaje, que permite que mi mensaje sea autentificado por el Otro en el código.” Este Otro que en el código autentifica el mensaje es el Nombre del Padre. Entre el mensaje y el código se establecen pues unas relaciones donde el mensaje va al lugar del código y desde aquí autentificado por ese Otro en el código que es el Nombre del Padre el mensaje retroactivamente vuelve al lugar de donde partió. “Supongan simplemente dice Lacan (p. 158) que esté verworfen (esto es forcluido) todo lo que pueda corresponder en el Otro a ese nivel que llamo el Nombre del Padre” ¿Qué ocurre entonces? Lo que ocurre dice Lacan (p158) es que “los dos vínculos que he enmarcado aquí, a saber la ida y vuelta del mensaje al código y del código al mensaje resultan de esta manera destruidos e imposibles” .Lacan traduce pues la forclusion del Nombre del Padre en este esquema por la desaparición de estas conexiones entre código y mensaje. Con lo cual tenemos un esquema en el que no hay más Witz , en el que el código juega su partida sólo al igual que los mensajes. Los dos tipos de alucinaciones verbales de Schreber que Lacan había distinguido en el Seminario de Las Psicosis ahora los ordena según este esquema. Estos fenómenos son: por un lado las alucinaciones de voces que enseñan a Schreber el código de Grundsprache, “la lengua fundamental” y por otro los mensajes interrumpidos. Lo que plantea Lacan es que a falta del elemento estabilizador del sistema , del elemento que articula código y mensaje, se producen fenómenos extraños tanto a nivel del código , son esas palabras de ese neocódigo que es “la lengua fundamental”, como a nivel del mensaje, son los mensajes interrumpidos que perturban a Schreber. ¿De qué manera describe Schreber estos fenómenos?

En el primer capitulo de sus Memorias titulado “Dios y la inmortalidad” Schreber se refiere a la lengua fundamental. Dice así: “Durante el proceso de purificación las almas aprendían la lengua hablada por Dios, la así llamada “lengua fundamental”, un alemán un tanto arcaico, pero siempre poderosamente expresivo, caracterizado por una gran riqueza de eufemismos (así, por ejemplo, decir recompensa para caracterizar exactamente lo contrario, es decir, castigo; veneno, para designar los alimentos, impío en lugar de piadoso, etc.) Lacan dice que estos elementos de la lengua fundamental de Schreber son elementos originales del código, neologismos. ¿Pero qué sentido hemos de darle a este termino? Habitualmente se entiende por neologismo una palabra nueva que se forma (neologismito lexical) o una palabra conocida a la que se le da otro sentido (neologismo semántico). Desde esta perspectiva , los neologismos de la lengua fundamental, caracterizada por esos eufemismos consistentes en emplear un término para decir exactamente lo contrario, pertenecerían a este segundo tipo. No obstante, Lacan no se conforma con una definición formal del neologismo Es preciso algo más que encontrar una palabra de nueva formación en las expresiones de un sujeto para identificar un índice de forclusión del Nombre del Padre. Las definiciones clásicas insisten en la novedad de la palabra o en la del sentido que se le otorga, pero mas allá de esta definición formal del neologismo, que excluye la cuestión del sujeto, Lacan lo que destaca (p. 158) es el peso excepcional, la significación esencial, total, que estas palabras tienen para el sujeto.

[Dice así (p. 158): “Son elementos originales del código, articulables unos con otros,…sin que haya ninguna otra cosa segura y cierta salvo que se trata de la significación total esencial. Cada una de estas palabras tiene su propio peso, su acento, su empuje de significación.” A la definición formal del neologismo Lacan añade pues algo crucial, el peso excepcional que estos términos tiene para el sujeto.]

Algunos sujetos disciernen claramente el peso que adquieren para ellos algunas palabras particulares; tal es el caso de Schreber que por eso considera que ciertas palabras dotadas para él de un estatuto muy particular pertenecen a una “lengua fundamental”, otro las puede designar como”palbras de fuerza” «palabras de oro” etc… Estos términos dotadas de un peso particular están vinculados para el sujeto a una certeza que no vacila. Pero esta certeza muy evidente no deja de incluir una dimensión enigmática de la significación. Dice Lacan (p. 158): ”la dimensión propiamente enigmática de la significación al ser infinitamente menos evidente que la certeza que incluye, resulta del todo asombrosa” (p.158) Se trata de la certeza de una significación enigmática, el sujeto tiene la certeza de que ciertas palabras le conciernen de un modo especial, tiene la certeza de que le quieren decir algo pero al mismo tiempo no puede decir qué. En otras palabras dice Lacan (p. 159): “El Otro sólo emite aquí, por así decirlo, más allá del código , sin n ninguna posibilidad de integrar en él lo que pueda venir del lugar donde el sujeto articula su mensaje” Es decir , el puente que va del lugar del lugar del Otro al lugar del mensaje se ha roto y lo que se emite no consigue aparecer como un mensaje articulado por el sujeto y dotado de una significación comprensible para el sujeto, sino como algo emitido desde el lugar del Otro con una significación absolutamente enigmática, de ahí la relación de chocante exterioridad del sujeto psicótico respecto al Otro del lenguaje.

Por otra parte Lacan sitúa en este esquema los mensajes interrumpidos de los que habla Schreber. En el capitulo XVI de sus Memorias Schreber nos describe lo que él llama “el juego forzado del pensamiento”. Este “juego forzado del pensamiento” o “coacción a pensar” consiste en “la necesidad de estar pensando incesantemente con lo que se menoscaba el derecho natural del hombre al descanso del espíritu, a la interrupción temporal de la actividad mental por la vía del pensamiento de no pensar nada”. Nos dice a su vez que este juego forzado del pensamiento se le impone porque durante años por acción de los rayos sus nervios han estado sometidos al “sistema de frases incompletas” palabras –escribe- “que no contienen casi nunca pensamientos completos o cerrados, sino sólo fragmentarios, de modo que se les impone a mis nervios la tarea de completar la frase para darle algún sentido” –Así “Durante años me han metido en mis nervios, con especial frecuencia y miles de veces repetidas solo conjunciones o formas adverbiales aisladas, cuya función es introducir proposiciones relativas, quedando a cargo de los nervios completarlas de forma satisfactoria para el espíritu pensante. Así todos los días puedo oír, multiplicadas por cien, palabras incoherentes introducidas sin cesar en mis nervios ‘¿por qué entonces?’, ¿’por qué porqué’? , ‘¿porqué por qué yo? (…) o un “¡Oh sí ¡” carente de toda significación arrojado a mis nervios” y finalmente algunos fragmentos de frases dichas en otro tiempo con sentido completo, como por ejemplo: ‘Entonces voy a’, ‘En cuanto a usted debe’,’Ahora sin embargo tiene que’ “ Trozos de frases, mensajes interrumpidos, en los que se percibe muy bien el efecto provocado por la forclusión del Nombre del Padre. Si éste tiene por función poner un punto de capitoné que cierra retroactivamente la significación del mensaje, su ausencia provoca que el mensaje quede interrumpido, que la significación se anticipe pero no termine de cerrarse, con el efecto de extrañeza y de sinsentido que eso provoca. Lacan señala (p. 159) que estos mensajes “No quedan de ningún modo autentificados por el retorno desde el Otro, en cuanto soporte del código, hasta el mensaje…Es un tipo de mensajes que no es posible admitir como tales, el mensaje se manifiesta aquí en la dimensión pura y quebrada del significante. “ Es lo que henos señalado antes: al estar forcluido el Nombre del Padre, que es el que cierra la significación autentificando el mensaje, no se produce este retorno desde el Otro hasta el mensaje, y éste queda truncado.

Ante estos S1 desconectados, estos trozos de pensamiento o frases en suspenso, manifestaciones evidentes de una ruptura de la cadena, es notable que la actitud del Presidente consista en completarlas (con un S2) para conferirles significación. Schreber se refiere a estas frases como”fragmentos de frases dichas en otro tiempo con sentido completo” , por tanto cabe suponer que en otro tiempo Schreber disponía de alguna suplencia del Nombre del Padre que le permitiera estabilizar el sistema significante, pero al desencadenarse su psicosis pierde lo que permite completar el mensaje viéndose obligado a un incesante trabajo de restauración.

El escribe que estas frases interrumpidas las completó , así:
‘Entonces voy a….admitir que soy un idiota”, “En cuanto a usted…debe considerarse un negador de Dios entregado al libertinaje”, ” “Ahora tiene que… estar tierno el asado de cerdo”. Schreber precisa :”El asado de cerdo se refería a mismo, y con esta expresión se quería dar a entender que se había agotado, por fin, mi capacidad de resistencia contra los ataques de los rayos dirigidos a la destrucción de mi mente” .En un primer periodo Schreber se esforzaba por encontrar para cada inicio de frase “una conclusión que pudiera satisfacer al espíritu humano”, luego trató de defenderse contra esas “intrusiones ajenas” y ese “montón de idioteces” de diversas formas como hablar en voz alta, recordar poemas, leer, tocar el piano…El punto en común entre estas actividades reside en recurrir a series significantes bien organizadas, lo cual revela a qué se oponen.
Si no recurría a métodos de esta clase Schreber se sentía en peligro de darle a entender a Dios que el embrutecimiento ya se había apoderado de él lo cual hubiera autorizado la retirada definitiva de la conexión de los nervios divinos que actuaban sobre su persona; en esa retirada consiste la terrible amenaza de que Dios lo deje caer, el liegen lassen , ser “dejado caer” . Tan pronto como la actividad de su pensamiento quedaba suspendida se ponía en marcha el proceso de retirada y entonces se sucedían cuatro fenómenos casi instantáneamente de los cuales Lacan en La Cuestión preliminar aísla dos: “un aullido incoercible” y “llamadas de socorro” “lanzadas por nervios de Dios separadas de la masa”. Son dos fenómenos en los que se ve como la forclusión del Nombre del Padre no sólo ocasiona trastornos del lenguaje sino que este trastorno va acompañado de un desgarramiento subjetivo radical, un desgarramiento subjetivo que por cierto aparece íntimamente ligado al significante reducido a un puro significante asemántico. El aullido es eso un significante asemántico, portador del objeto voz , habitualmente inaudible al estar primordial me te reprimido, de ahí que su presentificación produzca angustia. . Las “”llamadas de socorro separadas de la masa” son también significantes desconectados, que responden como un eco al aullido. Es imposible poner de relieve de forma más nítida que la ruptura de la cadena significante provoca angustia y desamparo.

[ Y provoca también aunque Lacan en este Seminario todavía no lo señala una invasión de goce en el cuerpo . Esta invasión de goce está relacionada con el ritmo cada vez más lento del lenguaje de las voces. Schreber nos dice: “ Nadie que no haya vivido los fenómenos descritos como yo los he vivido y los sigo viviendo hoy día puede hacerse ni la mas remota idea del grado de reducción del ritmo. Un “pero ciertamente” pronunciado “p-p-p-e-e-e—r-r-r-o-o-o- c-c-ci-i-i-e-e-e-t-t-t-a-a-a-m-m-m-e-e-e-n- n-n-t-t-t-e-e-e-“(….) exige de treinta a sesenta segundos para acabar de pronunciar la frase.” Y añade “Esta circunstancia está relacionada con el aumento de la voluptuosidad en mi cuerpo”. ]

Volviendo al texto del seminario (p. 159) Lacan a propósito de estos mensajes interrumpidos de Schreber comenta: “El mensaje se manifiesta en la dimensión pura y truncada del significante como algo que por el hecho de no poder participar en la autentificación mediante el Tú, se manifiesta como si su único objeto fuese presentar como ausente la posición del Tú donde la significación se autentifica” Para comprender este párrafo hay que tener presentes las páginas anteriores (154 a 157) donde Lacan ha hecho la introducción del Nombre del Padre por la vía del Tú, por la vía de una dirección. En ellas se introduce al Nombre del Padre como aquel al cual uno se dirige, aquel al que podemos invocar. Es una función , que por supuesto puede ser encarnada, pero a la cual uno se dirige. “No es el Dios mudo, ni el Dios ausente, no es el Dios jansenista, es el significante al cual uno puede llamar y cuando se lo llama en vano, es en ese punto donde se sitúa según Lacan , el desencadenamiento de la psicosis.” Entonces lo que Lacan nos dice es que estos mensajes truncados de Schreber lo están por no haber podido ser autentificados por la vía del Tu , esto es por no haber sido autentificados por el Nombre del Padre .Es más, nos dice Lacan estos mensajes interrumpidos parece que no tienen otro objeto más que resaltar justamente la ausencia de este significante que no está en su lugar cuando es llamado.

Fundamentalmente la función del Nombre del Padre es una función a la cual uno hace un llamado y cuando este llamado no es logrado, se produce el desencadenamiento, tal es la tesis de Lacan. Ciertamente, en el caso de Schreber., sus dos crisis, tienen que ver con un llamado a una función paterna. En 1884, llamado a convertirse en miembro del Reichstag, cayo enfermó por primera vez. Nueve años más tarde , llamado a ocupar un lugar paterno al convertirse en presidente de la Corte Suprema, cayó enfermo una vez más ya de un modo definitivo. Se trata de dos nominaciones que ponen en juego el significante de la paternidad ; en el campo del Otro surge la llamada a este significante esencial y cuando éste no llega se produce el desencadenamiento. De hecho, el estudio del desencadenamiento de las psicosis es lo que conduce a Lacan de forma bastante directa a la hipótesis de la forclusión del N del P.

Desde luego es un hecho clínicamente comprobado que el significante de la paternidad ha sido convocado previamente al desencadenamiento de un número bastante elevado de episodios psicóticos. Sin embargo hay también observaciones clínicas que constituyen una objeción a este modelo . La propia biografía de Schreber muestra que él tuvo nominaciones, éxitos electorales, y distinciones oficiales, a lo largo de un periodo que , tal como queda reflejado, supuso para él ocho años de felicidad. Tales circunstancias, donde se convoca el significante de la paternidad, no desencadenan pues ineludiblemente los trastornos. Hay que admitir que esta tesis del desencadenamiento de las psicosis, requiere ser –y de hecho lo está siendo- problematizada y revisada tanto a la luz de las observaciones proporcionada por la clínica, como a partir de la ultimas enseñanzas de Lacan, en la cual pasamos de Un Nombre del Padre, escrito con mayúsculas, a una pluralización de los nombres del padre, escrito con minúsculas, con la relativización que ello conlleva, así como con la noción de las posibles suplencias a la función paterna, suplencias que, por ejemplo, en el caso de Schreber podrían explicar porqué a pesar de haberse convocado el significante de la paternidad, esto no siempre fue suficiente para provocar un desencadenamiento.

Volviendo al texto del seminario al final (p. 159) Lacan nos resume lo esencial de lo que ha tratado de trasmitirnos en este capítulo VIII: a saber, que para que el Otro del significante pueda ejercer plenamente su función de Otro , para que el sistema del significante funcione de una manera estabilizada, es necesario que en él esté incluido significante del Nombre del Padre. Cuando esto no ocurre, cuando el Nombre del Padre está forcluido el sistema significante se desestabiliza. A continuación, hace un señalamiento clave, que va a desarrollar después extensamente en el capitulo siguiente dedicado a la metáfora paterna, y que hace a la distinción entre el Nombre del Padre como significante y el hecho de que esta función se encarne en personas. Tomaremos este señalamiento en el comentario del capitulo siguiente.

CAP. IX : LA METÁFORA PATERNA

Si en el capítulo anterior Lacan ha trazado una homología entre la función del Nombre del Padre y la función del Otro en el chiste, en este capitulo va a hacer homóloga la función del Nombre del Padre a la función de la metáfora , lo cual resulta del todo coherente, pues la metáfora no deja de tener sus relaciones con el chiste, como Lacan se ha encargado mostrarnos en el análisis del famoso chiste freudiano “famillonario”(Ver p. 33). Este neologismo se forma por condensación la cual , nos dice Lacan, es una forma particular de la función de substitución que es propia de la metáfora. Y el efecto de toda esta sustitución metafórica es justamente el advenimiento de un sentido imprevisto, de un sentido nuevo. Veremos cómo sobre este esquema se construye la metáfora paterna.

La metáfora paterna constituye sin duda una de las bases más difundidas de lo que podemos llamar la doctrina del lacanismo. No obstante, en esta difusión se ha tendido a acentuar mucho una vertiente , la vertiente del padre como significante, lo cual nos ha velado otra faz del padre, que sin embargo no deja de estar presente en el desarrollo que Lacan hace de la metáfora paterna en este seminario. Lacan plantea su construcción de la metáfora paterna como aquello que puede dar solución “a los callejones sin salida del Edipo” (p. 180).

Comienza entonces este capítulo sobre la metáfora paterna con una síntesis apretada que realiza en el apartado 1 (p. 166-170) de las principales cuestiones que se han planteado en la historia del análisis a propósito del Edipo, mostrando las diversas paradojas y puntos de impasse a que han conducido.

Después del recorrido histórico por el Edipo, tenemos en el apartado 2 (p. 170-173) una extraordinaria argumentación de Lacan donde vemos de una forma patente los callejones sin salida a que ha conducido la cuestión tan traída y llevada de la carencia paterna . Son unas páginas llenas de frescura e ironía , donde Lacan toma las cosas a ras de la clínica, y nos muestra los embrollos , contradicciones y paradojas , en que nos vemos envueltos, cuando nos preguntamos en relación con el complejo de castración, por el personaje del padre, en el registro biográfico , es decir cuando planteamos la cuestión de su ausencia de su presencia , de su carácter benéfico o maléfico. “Cuando buscamos la carencia paterna –escribe Lacan (p.171) – en qué nos interesamos respecto al padre. Se amontonan preguntas en el registro biográfico. El padre ¿ estaba o no estaba? ¿Viajaba, se ausentaba, volvía a menudo?.

Y también puede constituirse un Edipo de forma normal cuando no hay padre?. Se vio que un Edipo podía muy bien constituirse cuando el padre no estaba presente.” «Incluso en los casos en que el padre no está presente, cuando el niño se ha quedado sólo con la madre, complejos de Edipo completamente normales -normales en los dos sentidos, precisa Lacan, normales en cuanto normalizantes, por una parte, y también normales porque desnormalizan, quiero decir por sus efectos neurotizantes, por ejemplo,- se establecen de una forma homogénea con respecto a los otros casos.”(172) Así pues a la pregunta, ¿puede constituirse un Edipo normal , (con todas las comillas que se le pueda poner a esta palabra,) cuando no hay padre? , Lacan responde de forma nítida: si tomamos la cuestión de la ausencia o presencia del padre, en cuanto elemento del entorno, si nos situamos a ese nivel realista o ambientalista, es claro que sí se puede constituir un Edipo normal. Y luego complica un poco mas las cosas y dice (p.172): “Si nos situamos en el nivel de la realidad se comprueba que el padre existe incluso sin estar”. Esto “debería incitarnos a cierta prudencia en el manejo del punto de vista ambientalista sobre la función del padre”.

Otro forma en que se ha planteado la cuestión de la carencia paterna, no es preguntándose si existía o no en la realidad, en el entorno, sino interrogarse sobre el carácter del padre, era benéfico, era maléfico? Y aquí también se ha podido decir de todo. Hubo una época , al principio en que el padre era terrible,(p. 171) “la imagen del padre terrorífico se consideraba un elemento lesional.” Pero –dice Lacan( 171) – “En las neurosis se apreció muy rápidamente que todavía era más grave cuando era demasiado amable.” De modo que ahora nos hemos pasado al otro extremo y pensamos las carencias paternas desde el polo opuesto: “Están los padres débiles, los padres sumisos y los padres sometidos, los padres castigados por su mujer y finalmente- la ironía de Lacan va in crescensdo- los padres lisiados, los padres ciegos, los padres patituertos, todo lo que ustedes quieran” (p. 172) En resumen -comenta Lacan (p. 172)- “En lo que se refiere a la carencia del padre, quisiera simplemente hacerles observar que nunca se sabe de qué carece el padre. En ciertos casos nos dicen que es demasiado amable, lo cual parecería querer decir que ha de ser desagradable. Por otra parte, el hecho de que manifiestamente , pueda ser demasiado desagradable, implica que quizás más valdría que fuese amable de vez en cuando. En resumidas cuentas- ya hace tiempo ironiza Lacan – que se le ha dado toda la vuelta a este pequeño tío vivo”.

Entonces lo que Lacan plantea es que lo que nos va a permitir bajarnos de este tio vivo y salir de estos atolladeros es plantear la cuestion de la carencia paterna no al nivel de su presencia o no en la familia sino en el complejo de Edipo. El complejo de Edipo no es la familia en el sentido realista del término, es una estructura inscrita en el inconsciente, en ese inconsciente estructurado como un lenguaje, y esta distinción es la que permite situar correctamente el problema de la carencia del padre que a tantas contradicciones y atolladeros ha conducido cuando se lo planteaba en el nivel ambientalista o realista. Dice Lacan (p. 173): “Hablar de la carencia del padre en la familia no es hablar de su carencia en el complejo. En efecto para hablar de su carencia en el complejo hay que introducir otra dimensión distinta de la realista definida por el modo caracterológico, biográfico u otro de su presencia en la familia:” Y que dimensión distinta de la realista es esa en que debe situarse el problema del padre y de su carencia o no en el complejo? Esa dimensión ya la había anunciado Lacan en su capitulo sobre el chiste cuando situó al el Nombre del padre como un significarte , como ese significante que en el Otro es capaz de dar fundamento a la ley. En ese capitulo ya anunciaba la vía por la que había que pensar la carencia paterna al hacer la distinción esencial entre el padre como algo perteneciente a la dimensión significante , como una función significante y las personas que encarna esa función. En p. 159 decía: El Nombre del Padre en tanto que Otro del Otro “es una dimensión que pertenece igualmente al orden del significante y se encarna en personas que soportarán esta autoridad. Que dado el caso, esas personas , falten, que haya por ejemplo carencia paterna , en el sentido de que el padre es demasiado tonto eso no es lo esencial. Lo esencial es que el sujeto, por el procedimiento que sea , haya adquirido la dimensión del Nombre del Padre.” Tenemos aquí una distinción fundamental: una cosa es el Nombre del Padre el cual no es una persona sino un significarte que cumple una función y otra cosa es la persona que encarna esa función. El problema de la carencia paterna se debe situar no al nivel de la persona sino al nivel de la función. Esa función del Nombre del Padre está o no está inscrita en el inconsciente del sujeto, esa es la cuestión esencial, luego el cómo y por quien esa función es encarnada en la realidad, eso ,dice aquí Lacan, no es lo esencial. Hay que decir que esta distinción de Lacan entre la función y la persona que la encarna, es una distinción de clara raigambre estructuralista que encontramos ya en el Levi Strauss de Las estructuras elementales de parentesco y por otro lado es una distinción que ha demostrado tener una vigencia fundamental en otros campos por fuera del psicoanálisis, por ejemplo en el campo de la política. Hace unos días, sin ir más lejos, escuché en una entrevista por televisión a un politólogo, (no recuerdo su nombre) que acaba de publicar un libro que ha alcanzado un gran éxito titulado “La presidencia moderna”. En esta entrevista el politólogo planteaba como una cuestión fundamental de la política el hacer la diferencia entre las instituciones y las personas que soportan esas instituciones. Su propuesta, basada en esta distinción, nos la expresaba con estas palabras: “Reconozcamos las debilidades del hombre y démosle a las instituciones las capacidades para que funcionen con independencia de las debilidades o defectos de las capacidades del hombre”. Ignoro si este politólogo es conocedor de Levi Strauss o de Lacan , pero es obvio que la distinción establecida por estos autores entre la autoridad como función y la persona que encarna la autoridad goza hoy todavía de gran fecundidad. Aunque también hay que reconocer que este planteamiento estructural tiene sus límites. A nadie se le oculta, por ejemplo, en estos tiempos ,donde la debilidad de nuestros gobernantes adopta la pingüe forma de la “debilidad por el ladrillo”, que no es del todo indiferente la cuestión de cómo y quien encarna la función de la autoridad. Este punto no es sin relación con lo que luego plantearemos acerca de esa otra faz del padre que aparece entretejida con la faz significante del padre en la metáfora paterna. Volviendo a la frase anterior de Lacan ,señalo de pasada que en ella Lacan no solo establece la distinción entre la función del padre, como función significante y la persona sino que nos está diciendo algo verdaderamente fuerte y muy pragmático, a saber que esta función del padre se puede adquirir por “el procedimiento que sea”. Podemos entender esto quizás como una intuición de lo que más tarde le llevará a postular la pluralización de los nombres del padre. Más adelante en su enseñanza Lacan va plantear que no hay un modo típico, normal , universal de acceso a esta función sino que hay distintas maneras , siempre particulares, de acceso a la misma.

Ahora bien el primer paso para la pluralización de los nombres del padre es precisamente., hacer del padre algo distinto de una persona , es hacer del padre un significante, y más precisamente una metáfora.
En p. 178, después de haber mostrado las diferentes contradicciones y atolladeros a que han conducido los distintos planteamientos anteriores sobre la cuestión del padre señala : “Ahora tratemos de introducir la solución. ¿Qué es el padre? No digo en la familia, porque en la familia es todo lo que quieran, es una sombra , es un banquero, es todo lo que debe ser, lo es o no lo es, a veces tiene toda su importancia pero también puede no tener ninguna. Toda la cuestión es saber lo que es en el complejo de Edipo. Pues bien –responde- ahí el padre no es un objeto real, aunque deba intervenir como objeto real para dar cuerpo a la castración. Si no es un objeto real¿ que es pues? Ustedes me dirán . El padre es el padre simbólico, usted ya lo ha dicho. Y continua: “Si en efecto lo he dicho….Pero lo que les traigo hoy da un poco mas de precisión a la noción de padre simbólico. El padre es una metáfora”.

Esta precisión tiene toda su relevancia. No es lo mismo decir que el padre es un símbolo, esto es un significante, que decir que el padre es una metáfora. Podemos decir que el Nombre del Padre como significante es el Nombre del Padre en tanto que elemento y el Nombre del Padre como metáfora es el Nombre del Padre como función. La función del Nombre del Padre veremos que es la de metaforizar el deseo de la madre, la de barrarlo. Mientras que el Nombre del Padre como elemento puede decirse que él mismo es la metáfora de la presencia del padre .

NP
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PP
No solamente el Nombre del Padre puede operar en ausencia de la madre –sino que hace ausente al padre, se trata del padre en tanto que un nombre, en tanto que algo hablado por la madre, en tanto que tema de su discurso. Es por tanto una referencia vacía , que está autentificada por el verbo. Es por eso que se trata del padre muerto, del padre simbólico. Como dice Miller, el Nombre del Padre es no solamente el padre metaforizador sino el padre metaforizado. ¿Qué metaforiza? Metaforiza el deseo de la madre . Veamos cómo
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La metáfora, cuya formula nos daba Lacan en Instancia de la letra, es una función significante , que consiste en la sustitución de un significante por otro, y el efecto de esta sustitución significante es la emergencia de un plus de significación, de un sentido nuevo. Tomemos la expresión “las perlas de tu boca” El significante perlas sustituye al significante dientes, y en esta sustitución adviene un sentido nuevo. No es lo mismo decir las perlas de tu boca que los dientes de tu boca.
Entonces el padre, no en la familia sino en el complejo de Edipo, es una metáfora. Su función dice Lacan (p. 179) “es la de ser un significante que sustituye al primer significante introducido en la simbolización, el significante materno. De acuerdo con la fórmula que les expliquen un día, la de la metáfora, el padre ocupa el lugar de la madre, S en lugar de S’ , siendo S’ la madre, en tanto vinculada, con algo que era x, es decir , el significado en relación con la madre” Este significado en relación con la madre es una x es decir un significado desconocido.

Padre Madre S S’
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Madre x S’ x

Este significado desconocido es su deseo, el enigma del deseo de la madre, que tiene una dimensión angustiante para el infans. Para Lacan el infans no se encuentra inicialmente en una relación de fusión con la madre sino que (p.179) ”es un pequeño ser capturado en lo simbólico, que ha aprendido ya a simbolizar. “ ¿Qué quiere decir que el infans, alguien que todavía no habla, ya ha aprendido simbolizar?. Recordemos que el sistema simbólico, el orden significante es un sistema de diferencias, de oposiciones. El infans está capturado en lo simbólico, porque, aún antes de manejar la lengua , ya ha aprendido a captar las diferencias, ya ha aprendido que su madre no está ahí todo el rato , en una presencia fusional, sino que va y viene, tan pronto aparece como desaparece, tan pronto está ausente como presente, y en esas presencias y ausencias de la madre, está capturado el ser mismo del niño , de tal modo que la vida le va en ello, que su mundo varía con su llegada o puede desvanecerse. El infans constata con inquietud y angustia estas idas y venidas de la madre: por qué unas veces esta y otras se va? ¿Por qué unas veces responde a mi llamada y otras no? ¿Acaso va a abandonarme? Es decir en estas idas y venidas de la madre, en esta alternancia de su presencia- ausencia, surge el enigma del deseo de la madre que es fuente de angustia para el infans y es fuente de angustia precisamente porque el niño no sabe, no puede saber qué es lo que su madre desea, ni qué es él para su deseo. No sabe y por eso se angustia, la angustia es un afecto ligado al no saber: “ ¿Qué es lo que quiere? ¿Cuál es el significado de sus idas y venidas? El infans no dispone de ningún medio para discernir el angustioso enigma del deseo de la madre y estará capturado por este enigma hasta que el Nombre del Padre sustituyéndose al deseo de la madre proporcione una respuesta a l mismo. Que es lo que desea mi madre? ¿Cuál es el significado de sus idas y venidas? El falo.”»El significado de las idas y venidas de la madre es el falo” dice Lacan (p 179). El falo es la significación nueva que adviene en este proceso metafórico. Antes el deseo de la madre era un enigma angustioso en el que el niño estaba capturado. Ahora gracias al Nombre del Padre el infans puede dar una significación a ese deseo. ¿Qué desea mi made? El falo.

Vamos a detenernos en esta idea de que el falo es un significado. A lo largo de este seminario el falo pasara de ser un significado a ser un significante. Pero en esta parte del Seminario el falo es un significado, el significado que adviene gracias a la operación de la metáfora paterna. A su vez el falo como significado tiene un estatuto ambiguo porque participa a la vez de lo simbólico y de lo imaginario, es como un punto de basta entre ambos . Y es que el falo como significado remite al falo como objeto imaginario, es decir el falo como algo que se inscribe en el cuerpo, en la imagen del cuerpo. Este falo como objeto imaginario puede remitir al órgano pero se distingue de él precisamente por su estatuto de imagen. También puede remitir al cuerpo del niño según el modelo de las equivalencias fálicas establecido por Freud. Ya Lacan en el Seminario IV, siguiendo a Freud, había planteado al falo imaginario como común denominador de los objetos del deseo.. Freud había planteado que los distintos objetos catequizados por el sujeto tienen un valor fálico, una Bedeutung fálica, una significación fálica. Ahí están por ejemplo las equivalencias simbólicas niño excremento regalo falo, de las que Freud habla en Sobre las trasmutaciones del erotismo anal. Entonces Lacan siguiendo a Freud plantea que en el fondo de todos los objetos que catectizan el deseo ( a, a’, a», a»», ) está el falo, que esos objetos tienen un valor fálico, una significación fálica.

El paso que da Lacan, consistirá en decir que el falo para ser ese común denominador de los significados, tiene que ser un significante él mismo. Ese es el desplazamiento que realizará Lacan en este Seminario, el falo no es un significado como todos los demás sino que es el significado de todos los significados, de todo lo deseado. Entonces el falo tiene un estatuto superior al del significado y por eso Lacan lo convertirá en un significante en el significante que designa a todos los significados en su totalidad.

Pero en esta parte del seminario el falo es un significado.
Lacan formaliza esta cuestión freudiana del falo como significación a través de la metáfora paterna,.El resultado de la metáfora paterna es que el significante del Nombre del Padre sobre el deseo de la madre hace surgir una significación nueva. Allí donde había una x, ahora, por la intervención del Nombre del Padre, el deseo enigmático de la madre cobra una significación . En adelante el niño ya no se sentirá librado a la Omnipotencia oscura y enigmática del capricho materno sino que le podrá dar una significación , la significación fálica. En el Seminario Sobre la naturaleza de los semblantes Miller da esta acepción del termino significación “El termino significación” califica lo que un sujeto puede conocer de una estructura que a la vez desborda esta significación” – La significación fálica es entonces lo que el sujeto puede conocer del deseo materno en el seno de la estructura en el que este se inserta . Señalo sólo de pasada que, según esta definición , el deseo materno desbordaría la significación que el sujeto puede conocer. Entonces a la pregunta ¿Qué desea la madre? La metáfora paterna proporciona una respuesta: el falo . Podemos decir, como plantea Millar que el falo ya estás antes , en la relación al deseo de la madre pero está como un insituable, como una incógnita, como un significado que se desliza por todos los lados, es decir, como un significado que no se sabe cual es, y es la introducción del Nombre del Padre lo que localiza el falo. La plena efectuación de la metáfora paterna supone una localización del falo que queda situado, si la metáfora está efectivizada, del lado del padre. Siguiendo las equivalencias fálicas descubiertas por Freud, Lacan plantea que el falo como común denominador de todos los objetos del deseo, en un primer tiempo de la metáfora estará localizado y encarnado en el cuerpo del niño. . El niño hará de su cuerpo ese falo que él imagina que colma el deseo materno. Pero la plena efectuación de la metáfora paterna (3º tiempo del Edipo) supone que el falo se desplace del cuerpo del niño al padre, ya no se trata del falo que el niño es, sino del falo que el padre tiene y que la madre desea. Sólo el falo que se ha localizado del lado del padre es el que según Lacan merece ser llamado verdaderamente significación. En p. 180 Lacan distingue claramente entre el hacerse falo del niño que es la vía imaginaria y da lugar al polimorfismo de la perversión y la vía simbólica que es la vía metafórica.

Lacan esquematiza el resultado de la operación metafórica con esta formula

S S’ 1
___ . ___ ____ S ___
S’ x s’

Las S mayúsculas representan el significante del Nombre del Padre , S ?’ es el significante del deseo de la madre, x es la significación desconocida, enigmática del deseo de la madre, o más precisamente el deseo en tanto que enigma , 1 que en otras grafías aparece I para recordarnos que se ha hecho inconsciente, es el S1 significante del deseo de la madre que ha quedado reprimido primordialmente, s’ el significado que adviene por este proceso de sustitución, el falo. En el proceso de sustitución nos dice Lacan (p.180): “El elemento significante intermedio cae ( es decir es olvidado, reprimido primordialmente) y la S (es decir el N-P) entra por vía metafórica en posesión del objeto de deseo de la madre, que se presenta entonces en forma de falo”. Con esta frase Lacan nos presenta el proceso de efectuación de la metáfora paterna: en virtud de que el Nombre del Padre sustituye al deseo de la madre se obtienen dos cosas : el Nombre del Padre S se inscribe , de forma que la madre queda interdicta, que el significante de su deseo cae en el olvido ,esto es, queda reprimido primordialmente. Esto implica que la introducción del significante del Nombre del Padre tiene por función perennizar el objeto originario del deseo sin que el sujeto, instituido por esta operación como sujeto dividido y sujeto deseante, sepa nada de esto. Al mismo tiempo el niño encuentra una significación para este deseo, el deseo del Otro materno es el falo, cuya posesión, en tanto que objeto deseado por la madre, es atribuida al Nombre del Padre. Me interesa subrayar que Lacan vincula muy claramente el acceso a la significación fálica con el hecho de que “el Nombre del Padre entra por vía metafórica en posesión del objeto de deseo de la madre.”

Es decir para el niño el deseo de la madre adquiere una significación, una significación fálica, en tanto el padre es nombrado como la causa de las ausencias de la madre y como poseedor de ese objeto que moviliza el deseo de la madre. Ciertamente aquí el Padre tiene una existencia significante, es un Nombre que puede ejercer su función mediadora en ausencia de un padre real en el medio ambiente donde se desenvuelve la vida del niño. Basta con que el padre aparezca, aludido, nombrado, en el discurso de la madre, y por eso Lacan dice que el padre es un Nombre, para que el niño pueda entender que el deseo de la madre se encuentra referido a él o ,en el límite, lo estuvo al menos durante un cierto tiempo. Por otra parte ,es importante tener en cuenta que este padre simbólico ejerce su función de castración no solamente en razón de la atribución fálica que le es acordada , sino por el hecho mismo de que la madre es supuesta encontrar en él un objeto de deseo que ella no tiene.

Ahora bien, dice Lacan, p. 199 “del hecho de que él (el padre) lo tiene, el falo, de eso ha de dar alguna prueba”. Y esa prueba no es otra que darlo a la madre. Esta frase referida al tercer tiempo del Edipo, tiempo en el que verdaderamente se cumple la efectuación de la metáfora paterna y se alcanza la identificación sexuada del sujeto, es decisiva porque nos abre a una faz del padre que hasta ahora se ha mantenido eclipsada, a saber, la faz del padre en tanto padre real. Aunque no me corresponde comentar los capítulos donde Lacan desarrolla los tiempos del Edipo, sí quiero hacer una alusión al tercer tiempo, pues esto nos va a permitir mostrar cómo es una simplificación de la doctrina lacaniana creer que ésta se detiene en la consideración del padre como un puro significante, es decir, como un padre muerto. En el desarrollo que hace Lacan de la metáfora paterna a través de los tiempos del Edipo asistimos a algo que puede parecer paradójico. Si por un lado la instancia paterna es puramente simbólica, en tanto es una metáfora, y por eso puede decir Lacan que el padre del complejo es el padre muerto, paradójicamente, en la culminación y salida del Edipo, esto es en su 3º tiempo, no es que el padre real no se manifieste .Al contrario todo sucede como si el padre no interviniese ahí mas que en su sola contingencia de padre real y efectivo, de padre viviente. En el primer tiempo, el niño está en la posición de ser el falo de la madre y el padre ,nos dice Lacan, está velado es decir está pero con una presencia velada e implícita, ya que el significante paterno está en la sociedad ,en la cultura, pero no interviene real y efectivamente. En el segundo tiempo, que es donde el niño es desalojado de esta posición de ser el falo de la madre, tampoco es necesaria la intervención real y efectiva del padre, basta con la madre. El padre aparece imaginariamente ante el niño como privador, como privando a la madre del supuesto objeto de su deseo el niño -falo , pero el padre no interviene directamente con el niño, sino a través de la palabra de la madre, es decir que tiene un estatuto simbólico. Pero en el tercer tiempo, que es la clave del Edipo , el que conduce a su salida, donde lo que está en juego para el sujeto ya no es la dimensión del ser o no ser el falo , sino el de tenerlo o no tenerlo, lo que permitirá su identificación sexuada, “en este paso que se ha de franquear, -dice Lacan en p. 192- ha de intervenir en algún momento, eficazmente , realmente, efectivamente, el padre”. “No digo –continua Lacan- que no interviniera ya efectivamente antes, pero mi discurso ha podido dejarlo hasta ahora, en segundo plano, incluso prescindir de él. A partir de ahora , cuando se trata de tenerlo o no tenerlo, nos vemos obligados a tenerlo en cuenta”. Porque de que lo tiene, el falo, ha de dar alguna prueba y la prueba es dárselo”. “El tercer tiempo es esto dice Lacan (p. 200): “el padre puede darle a la madre lo que ella desea, y puede dárselo porque lo tiene. Aquí interviene por tanto, el hecho de la potencia en el sentido genital de la palabra – digamos que el padre es un padre potente. Por eso la relación de la madre con el padre vuelve al plano real”. Vemos aquí aparecer un padre que no es ya el padre muerto del significante, sino un padre vivo, cuya función no consiste tanto en la interdicción simbólica como en una presencia real, que da el falo, y que tiene impacto sobre el deseo de la madre en tanto que mujer. Este padre real del tercer tiempo que interviene como dador a la madre y al niño , ¿no podría ser equiparado al padre perversamente orientado del último Lacan.? En el Seminario RSI acerca del padre dirá: “Un padre no tiene derecho al respeto y al amor más que si dicho respeto, dicho amor, esta père-versement (Lacan juega con el equivoco entre perversamente y padreversamente ) orientado. Es decir si hace de una mujer , objeto a que causa su deseo, única garantía de su función de padre, la cual es la función del síntoma”. Sin duda, no se trata de lo mismo, pero el desarrollo del tercer tiempo del Edipo nos muestra que en el Seminario 5 la formalización del Edipo en los términos de la metáfora paterna no significa que la última palabra de Lacan sobre el padre sea hacer de él únicamente un padre como simbólico idéntico al universal de la ley , sino que ,en filigrana con él, y a través de los mismos desarrollos de efectuación de la metáfora paterna, aparece lo que para el Lacan del RSI se dio en llamar la “encarnación en una existencia” de la función paterna.

Lo esencial es que en el Seminario 5 no se trata del padre todo ley . Si la introducción del Nombre del Padre por la vía del chiste, nos muestra a un padre, que al mismo tiempo que representa la ley del código sabe acoger , decir sí, a las transgresiones a la misma, la introducción de este padre real del tercer tiempo nos obliga a desprendernos de una idea del padre que lo limita al puro significante, y lo identifica a la perfección simbólica de la ley, para abrirnos a una perspectiva sobre la función del padre , donde la dimensión de la ley esta menos opuesta que articulada al deseo. En la relación, a la vez, al Nombre del Padre, como universal de la ley, y al deseo, como momento de la singularidad del sujeto, es donde se va a jugar la verdadera función del padre. Y de hecho los fallos de esta función para Lacan no consisten tanto en un desfallecimiento de lo simbólico, en un aflojamiento de la ley, cuanto en una dimisión del padre real respecto al deseo de la madre, es decir, respecto a una mujer que no osa afrontar como mujer, tal como Lacan lo señala a propósito del padre del pequeño Hans. [En p.199 Lacan dice que en el caso de Juanito “la posición del padre es cuestionada por el hecho de que no es su palabra lo que para la madre dicta la ley. Pero-añade-eso no es todo(…) en el caso de Juanito falta lo que debería producirse en el tercer tiempo”]

Cuando el padre real – que no es forzosamente el esposo de la madre -no es capaz de demostrar, no que tiene el órgano, sino- lo que no es lo mismo- que tiene el falo, es decir, que tiene algo que es susceptible de ser deseado por la madre ( es esta cualidad de ser objeto de deseo lo que hace que el órgano tenga un valor fálico)y que es capaz de dárselo, el deseo de la madre no quedará dividido entre el niño y el hombre, y se corre el riesgo, para el niño, de quedar identificado en el ser el falo objeto del deseo de la madre en vez de una preferencia-identificación con aquel que lo tiene el padre, en tanto que Ideal del yo, con la consiguiente dificultad en el encuentro con el otro sexo.

A la inversa, el verdadero fracaso de la función paterna se produce, paradójicamente, en la medida misma en que la identificación del sujeto genitor al Nombre del Padre, como universal del Padre, como vector absoluto y abstracto de la ley simbólica, se realizan. En “De una cuestión preliminar” ,escrito contemporáneo al Seminario 5, Lacan no vacila en sostener que cuando el padre de la realidad se confunde con la ley- éste fue el caso del padre del presidente Schreber absolutamente identificado a la función del padre legislador y educador- esto produce verdaderos estragos y es causa, (no mero desencadenante como el encuentro con UN –Padre, ) de la psicosis. Confundirse con el universal, identificarse a la ley, con exclusión de toda manifestación de la particularidad del deseo, es el riesgo de la falsa paternidad . La conducta de este padre todo ley será percibida como una impostura, una mentira incluso, y por eso la confianza otorgada a u palabra y el reconocimiento mismo de la ley se encontrarán fuertemente comprometidos. Lacan, tan poco dado a los ambientalismos no vacila en ubicar a este padre legislador como condición causal de la psicosis y en sostener que ocupar el lugar del significante de la ley empuja a su forclusión. Por el contrario la hiancia, la distancia entre el padre real y el significante de la ley, hace posible la aceptación, la Bejahung, la afirmación del significarte y en esa medida su operación en la metáfora paterna. La función paterna podemos decir que se reparte entre dos instancias heterogéneas: el padre, alguien real y el Nombre del Padre significarte. Instancias heterogéneas y hasta cierto punto antinómicas. Por un lado, en cuanto a lo que podemos llamar las determinaciones negativas del padre, que aparecen en De una cuestión preliminar : la presencia del padre legislador implica la ausencia del Nombre del Padre. Esto del lado de lo que el padre no debe ser. Por otro lado del lado de lo que podemos llamar las determinaciones positivas del padre, que aparecen en el Seminario 5 , se desprende que, aunque el significante del Nombre del Padre puede afirmarse en ausencia de todo padre real, porque en definitiva es en el discurso de la madre donde el niño lo encuentra, al significante, no al padre, para que la función del padre se cumpla, alguien-no forzosamente el padre del sujeto -aclara Lacan- tiene que encarnarla. Y este padre que encarna la función del Nombre del Padre, para que ésta verdaderamente opere, no tiene que ser un padre identificado a la ley sino un padre deseante ,capaz de hacerse desear por una mujer , y de darle, la función dadora del padre real es esencial, lo que tiene. En conclusión de la lectura de este Seminario 5 se desprende que es una distorsión plantear que en el primer Lacan la función del padre es idéntica a la de la ley y que sólo en el ultimito Lacan la función del padre se diferenciaría del padre ley. Nada es menos cierto ya que esa diferencia entre el padre y el Nombre del Padre como significante de la ley , no sólo existe siempre, sino que sin ella la función paterna no podría cumplirse. Es igualmente una distorsión plantear el movimiento que va del primer al ultimo Lacan como el pasaje del significante a su encarnación, de lo universal al existente, del padre muerto al padre viviente. Hay un núcleo de lo que Lacan forjó en el seminario 5 sobre la función paterna que subsiste en RSI y que ha resistido las sucesivas torsiones que Lacan impuso a sus nociones.

Notas

Miller : Del Edipo a la sexuación, ICBA Paidós, Argentina, 2001, p. 18
Lacan: Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. Paidós, Buenos Aires, 2003. Las páginas entre paréntesis en el texto remiten siempre a esta edición.
Bateson:Verso una teoría della schizofrenia Adelphi, Milano 1976 pp. 250 y 252
ibid : p.260
ibid: p. 261
ibid: p. 264
Sobre N del P como “anillo” que hace que se mantengan unidos los elementos madre- niño falo ver Maléval : La forclusión del Nombre del Padre , Paidós, Buenos Aires 2002, p.76 y Lacan: Seminario 3 p. 454
Freud : Tótem y Tabú
L.Straus: Les Structures elementaires de la parenté,,Paris, La Haye, Págs. 562-563
Sobre este punto CONFER: Maléval: La forclusión del Nombre del Padre, Paidós, Buenos Aires, 2002. Cap 2 en especial Págs. 49,
Freud : Tótem y Tabú
L.Straus: Les Structures elementaires de la parenté,,Paris, La Haye 52, 53, 55, 58
Lacan: Seminario 3 Las Psicosis Barcelona, Paidós, p. 456
Miller: Lectura del seminario V : Las formaciones del inconsciente. ECFB, Barcelona 1998, p30
Ibíd.
op. cit. p. 31

op. cit. p.32
A este respecto veáse : Alfredo Zennoni: D ?un Père à l ?autre” en Revista Cuarto no 87 , Junio 2006 p. 39
Confer Miller: op. cit p. 47-48
Daniel Paul Schreber: Sucesos memorables de un enfermo de los nervios Asociación Española de Neuropsiquiatría, Planeta Agostan, Madrid, 2003 p.34
Daniel Paul Schreber :Sucesos memorables de un enfermo de los nervios Asociación Española de Neuropsiquiatría , Madrid, 2003, p. 173
Op. cit. p. 173
op. cit p.174
Vilma Coccoz: “Una lectura de la lógica de la castración en el seminario V” Rev. Freudiana no 28 Abril-Julio 2000 p.66 Daniel Paúl Schreber: Sucesos memorables de un enfermo de los nervios Asociación Española de Neuropsiquiatría, Madrid 2003 p.174
Confer Malèval, op. cot p.207
Schreber op. cit p177
Miller: op. cit p. 47
Miller: op. cit , p.47
Maleval, op. cit, p.18
Maleval: op cit p. 18
Sobre esta cuestión veáse: Maleval La forclusión del Nombre del Padre, Cáp. 14 titulado Los desencadenamientos de la psicosis
Miller: “Comentaire du Séminaire inexistant” Rev. Quarto no87 Junio 2006 p 8
Miller :De la Naturaleza de los semblantes Paidós Buenos Aires 2001 p.297
Joel Dor: Le père et sa fonction en psychanalyse ,Erès, 2005 p.50
Veáse a este respecto el articulo de R. Mazzuca:El padre síntoma que ha inspirado buena parte de estas ultimas consideraciones, publicado en VA: Del Edipo a la sexuación, Paidós Buenos Aires 2001

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