Lacan sostuvo durante años la práctica de presentación de enfermos que heredó de su formación como psiquiatra, pero a la
que elevó al rango de una enseñanza destinada a mostrar lo que el psicoanálisis puede hacer con la denominada “enfermedad mental”.
El interés de Lacan por la psicosis es evidente desde el principio de su andadura hasta el último de sus días y, aunque el afán por dar cuenta de la estructura psicótica le llevó a los confines de su pensamiento, nunca osó desvincularse de la relación directa con los pacientes en los distintos contextos en que estos fueran tratados.
Un psicoanalista del equipo de docentes será quien se encargue de realizar la entrevista a un paciente que conocerá en ese momento, habiendo recibido previamente la información de quien lo trata. La asistencia no es abierta, está reducida a los participantes de la Sección Clínica de Madrid (NUCEP) que cumplan las condiciones necesarias. El enfermo será tratado con el mayor de los respetos y la experiencia puede servirle para dignificar su posición como sujeto. Saliendo del anonimato su decir será reconocido como algo de gran valor, su demanda será escuchada y siempre se le hará algún señalamiento que pueda producir una escansión en el incesante recorrido de su padecimiento.