En el arte contemporáneo se emplean elementos que causan asco, horror o que resultan monstruosos para el espectador, encaminándose de este modo “por una vía peligrosa [que] intenta apurar ese límite y condición [dada por el velo] ¿Es tal cosa posible o rozamos aquí una imposibilidad?”(2).
Algunos filósofos han hablado de la muerte del arte, mientras que otros defienden la estética de lo informe; en muchos museos estas obras son mostradas, mientras que en otros ha sido prohibida su exhibición. El arte actual se presenta, pues, como un enigma que interroga.
Para el psicoanálisis el arte es un artificio que permite entrever el dominio de lo inaprensible, una suerte de espejo a través del cual podemos mirar el rostro de Medusa, pero en la actualidad existe una tendencia a sustituir la representación por la presentación y esto conlleva a una reflexión necesaria acerca de los límites éticos del arte, es decir, qué puede o debe considerarse como arte, y por qué.
Lacan destacó la importancia del deseo del ser hablante, pero esto no es sin límites, pues en psicoanálisis no se autoriza cualquier deseo; así, la demanda de un canalla es rechazada de antemano. En este punto me valgo, entonces, de la dignidad del ser hablante, aludida en la fórmula de la sublimación planteada por Lacan (“elevar un objeto a la dignidad de la Cosa”) que sirva para demarcar las fronteras del arte.
Así como en el plano de la ética el psicoanálisis se separa de lo dictaminado por el Otro –hasta cierto punto, claro está-, en el plano estético no todo lo que el Otro del arte define como tal es considerado de la misma manera desde esta perspectiva. Entonces: ¿qué es el arte según el psicoanálisis?
En psicoanálisis el arte es una cuestión de semblantes y de dignidad ética, de manera que su posición difiere de otras que consideran que las manifestaciones artísticas pueden prescindir de los semblantes para tratar lo real, en aras de la integridad del ser hablante.
Un crimen que sea mostrado como arte valiéndose del empleo del lenguaje cinematográfico, tal y como ocurre con las películas snuff, es inadmisible. Tales emergencias, patologías y malestares son tomados en cuenta desde la perspectiva psicoanalítica como importantes indicios de la subjetividad contemporánea, pero dejando claro que una cosa es lo real y otra cosa es el semblante.
Creo que a partir de la cuestión ética y del uso de los semblantes se puede valorar más fácilmente el trabajo de ciertos artistas, independientemente de si ha habido o no sublimación, o del mero hecho de que nos (dis) guste la obra resultante. Ahora bien, ¿qué ocurre en los casos en los que el arte es un sinthome?
Orlan ha explicado, en una conversación sostenida con Jacques Alain Miller, que se siente irrepresentable: “Toda imagen de mi misma es pseudo (…) Toda representación es insuficiente, pero no producir ninguna sería peor” (3). Y este es el punto que la diferencia de los accionistas vieneses y de los artistas del body art.
“Si bien ambos [Orlan y los artistas del body] participan de la denuncia y el rechazo a los semblantes (…) el body-art pretendió alcanzar un real a través de los cuerpos despojados de cualquier semblante, queriendo mostrar un real sin velo, Orlan realiza la operación inversa: en consonancia con los discursos feministas, denuncia que el cuerpo es sólo una producción socio-cultural y nos muestra de manera paradojal cómo el cuerpo es un semblante más al que hay que cuestionar para librarse de las presiones a las que es sometido (…) El psicoanálisis nos muestra que la única manera de atrapar algún trozo de real es por la vía de aceptar servirse de los semblantes; si no, el precio a pagar por los sujetos puede ser muy alto”(4).
El tratamiento de lo real en Orlan es propio de la psicosis, pero, a mi parecer, eso no la hace menos artista; la ausencia de un punto de capitoné que abroche la deriva ilimitada del goce es patente en su obra. Su arte da cuenta del intenso work in progress que el psicótico lleva a cabo a fin de no desencadenarse, y no deja de sorprender la manera en que esta mujer ha sacado partido al infinito de los discursos capitalista, técnico y científico actuales para no desestructurarse, pues enmarca allí una obra que se vale de los semblantes para mostrarnos, a su vez, la insuficiencia de los mismos.
Por otra parte, la ética y la estética son modos de hacer con lo real; velos, y en este sentido pienso que la sublimación tiene que repensarse desde la clínica del sinthome, en tanto que, desde la última enseñanza de Lacan, no parece claro que un sujeto psicótico esté vedado de “elevar un objeto a la dignidad de la Cosa”. Es por ello que propongo el término suplimación para destacar el carácter de suplencia que se juega en la psicosis y porque además dicha operación se pondría en marcha a partir del agujero de la forclusión, y no por el vacío de la castración.
El arte contemporáneo es una respuesta, una denuncia, al imperativo de gozar promulgado por los discursos reinantes en la actualidad; el sinsentido, la desfragmentación y los restos aparecen como el reverso de la utópica globalización. A partir de esto puedo decir que el arte contemporáneo busca elevar el resto a la dignidad de la Cosa (5).
Pienso, sin embargo, que estas obras se diferencian de otros objetos de consumo o de desecho, pues, a pesar de su afán de comercialización o de lo abyectas que puedan resultar, se lee en ellas el decir desesperado de un sujeto que emplea ciertos significantes particulares de esta época.
Hoy en día se goza de la propia exhibición, de la visión de la intimidad del otro y del horror; lo que antes era secreto aparece ahora en la superficie, y ello no basta a una mirada que cada día exige más y más para sorprenderse. En este punto considero valioso y esclarecedor lo que el psicoanálisis como práctica ética aporta en torno a las vicisitudes sinthomáticas de la actualidad.
NOTAS:
- Este trabajo ha sido presentado en el VII Congreso de la AMP. París, 28 de abril de 2010.
- Trías, Eugenio (2001 [1982]). Lo bello y lo siniestro. Barcelona: Ariel. p. 28.
- Miller, Jacques Alain (2009). Iniciación a los misterios de Orlan. Enlaces. Psicoanálisis y cultura, año 11, número 14, pp. 95-103. Buenos Aires: Grama ediciones. p. 101.
- Antuña, Alejandra (2009). Orlan: la pasión de la imagen. Enlaces. Psicoanálisis y cultura, año 11, número 14, pp. 104-106. Buenos Aires: Grama ediciones. p. 106.
- El cuerpo como resto y, a su vez, los restos del cuerpo.