Comentario sobre el programa de Salvados “El Machismo Mata”.
Por Mercedes de Francisco.
Emitido el 7 de febrero de 2016 en La Sexta TV.
Lo interesante de este programa de Salvados “El machismo mata” es mostrarnos desde distintas perspectivas como se aborda este problema que prefiero nombrar como “violencia contra la mujer”.
Los jueces, que se enfrentan a veces con 15 casos en el juzgado de guardia, hasta el psicólogo que atiende a los maltratadores, o el testimonio de una mujer que ha creado una asociación hace dos años, y que desde los 15 años a los 19 años fue maltratada, han pintado un panorama del que podemos sacar algunas conclusiones.
Desde hace años trabajo este tema y por ello no me han sorprendido las cifras, aunque estas sean alarmantes! Tampoco es nuevo ver como los profesionales tienen una tarea por delante que les afecta íntimamente. En este sentido el testimonio de la jueza Francisca Verdejo es conmovedor y nos muestra la enorme responsabilidad que recae en los jueces.
Marina Marroquí, educadora social y fundadora de una asociación que atiende a mujeres maltratadas realiza una labor con los jóvenes, pues ella entró en “ese infierno” cuando tenía 15 años y considera esta una edad de sumo riesgo.
Creo que Marina Marroquí, quizás por el carácter testimonial de su intervención en el programa, nos advierte de algo importante cuando Jordi Évole le pide consejos para los padres que detecten alguna situación parecida en sus hijas. “No se les puede obligar a que dejen esa relación de un día para otro”, ellas están enamoradas y lo que ocurrirá es que se quedarán, todavía, más solas.
Los jueces se enfrentan a la retirada de denuncias, a la no declaración cuando llega el momento, en algunos casos la vuelta con el maltratador… etc. No se trata para las mujeres de un “me maltrata lo dejo”…ellas piensan: va a cambiar, los niños necesitan un padre…tiene problemas pero se que me ama, sus celos son porque me ama…etc”
Para las mujeres lo difícil es terminar con “esa relación amorosa…que las hace vivir en un infierno” y salir de ello no es tan simple como decir ¡denuncia!. Antes de todo esto hay un camino por recorrer.
Marina Marroquí, lo deja bien claro en su testimonio, tuvo que producirse un clic en ella, y eso fue cuando vio que su padre llorando como un niño había tirado la toalla, una joven de 19 años con toda la vida por delante.
El relato del maltratador y lo que el psicólogo que les atiende nos cuenta, muestra que el abordaje de esta problemática se hace bajo un parámetro fundamentalmente “psico-educativo”. Se considera la causa: la educación, la ideología patriarcal y desde ahí se aborda la atención tanto a ellas como a ellos.
Esta generalización deja en el desconocimiento las cuestiones más íntimas de cada uno. Singularidades que serán el único apoyo y sostén para poder encontrar una salida.
El maltratador, habla de una repetición de la que le cuesta salir y cree que en algún momento eso cederá, si logra educarlo. Es muy interesante, comprobar que estos casos se dan en diferentes estratos sociales, culturales, ideológicos. Etc. Cuando Jorge Freudenthal, el psicólogo explica la causa por la ideología, aunque en un aspecto es cierto, esto se torna insuficiente.
Uno de los problemas más graves es que ellos están dispuestos a morir, o a ir a la cárcel, que solamente un 3% huye, que los demás se denuncian ellos mismos, se quedan en un estado de perplejidad o se intentan matar. No temen la condena, ni su propia muerte.
Este abordaje psico-pedagógico no parece tener en cuenta que nuestra voluntad, nuestros actos, están causados por pensamientos inconscientes de los que somos “responsables”, pero no dueños. Que como seres que hablamos no hay ninguna armonía en los lazos con los otros y tampoco en el amor; que existe una tendencia en el ser humano destructiva hacía el otro y hacía uno mismo; que el sujeto tiene que abrir un abanico de preguntas sobre esto en lo que está inmerso; que solamente lo más singular y propio de cada uno puede servir de apoyo para salir de ese “infierno”.
El testimonio de Marina, muestra como todo el esfuerzo de su familia, los golpes, las humillaciones, las amenazas no eran suficientes para salir de ahí! Se abre así una pregunta fundamental cuya respuesta tocará lo más íntimo del sujeto. Por ello reducir dicha respuesta a una generalización educativa o cultural, aunque sea algo a tener en cuenta, muestra ser insuficiente.
Mercedes de Francisco
9 de febrero 2016