En el origen del psicoanálisis encontramos el valor que Freud le dio al trauma en la infancia a propósito de la causalidad de los síntomas, concretamente al trauma sexual. Sin embargo, asentándolo en los dos tiempos de la sexualidad y teniendo en cuenta la lógica del après-coup, marcó ya sus diferencias con la idea de reducir sus efectos al acontecimiento traumático. Inmediatamente después de plantear su incidencia, propuso su hipótesis del fantasma, y de ahí en más su hipótesis del inconsciente. Lacan no retrocedió frente a la idea de que la sexualidad, para todo ser hablante, hace agujero en lo real, lo troumatiza, usando del equívoco entre agujero (Trou) y trauma. Los discursos de nuestra época sobre el trauma oscilan entre dos polos: el de la prevención y el de la victimología. El psicoanálisis abre otro espacio, apuesta por el sujeto que está detrás de la víctima, es decir, por lo que cada ser hablante, también el niño, hace del acontecimiento traumático, siempre imprevisto, invitándole a cernir su implicación en el sufrimiento y a descifrar su respuesta singular. Se abordarán los casos más paradigmáticos de la literatura analítica sobre el tema, así como los fragmentos clínicos que los participantes deseen aportar.