El título del Seminario 14, “la lógica del fantasma”, es también el axioma donde convergen los dichos de Lacan relativos a su elaboración del final del análisis como travesía del fantasma. Dicha travesía será constatada o no, en el dispositivo del pase que él va a inventar. La lógica en cuestión se refiere al hecho de que el fantasma es una significación de verdad lógica, un axioma que da cuenta de que hay una articulación significante que está en el lugar de lo real. Como significación absoluta, el axioma está separado de todo el contexto. El fantasma es también la matriz de lo que se presenta como “realidad” para cada ser hablante. Está compuesto por el sujeto dividido y el objeto a plus de gozar que, funcionando como objeto fetiche, tapona la división del $ en el fantasma. Una vez atravesado el fantasma, el objeto a deja de ser un fetiche y pasa a operar como causa del deseo que divide al $. Un sueño de Freud analizado por Lacan en el Seminario II da cuenta de dicho franqueamiento:
La noche del 23 al 24 de julio de 1895, Sigmund Freud tuvo el sueño al que llamó “la inyección de Irma” que tiene para Freud el estatuto de un pase, nos dice Lacan. Cuando Freud se asoma para ver la garganta de Irma, allí descubre un espectáculo repugnante, una membrana blanca que es una mancha y una especie de cornetes de las fosas nasales, informes y cubiertos de úlceras. Después de lo que ha visto, Freud desaparece de la escena del sueño. Lo real que petrifica a Freud produce la descomposición espectral de la función del yo, una descomposición imaginaria que implica que hay otro registro que se entre abre. “Freud es un duro”, dice Lacan, porque no se ha despertado con la apertura de esta ventana a lo real. Esta mancha blanca separada de la visión y tomada del cuerpo del Otro, lo mira angustiándolo. El $ Freud ya no está en la escena, debido a la indigencia del saber, queda convertido en el sujeto acéfalo de la pulsión.
Al mismo tiempo, convoca el saber para juzgar el caso, pero el saber se demuestra impotente para reabsorber este objeto-mirada real. Pero más allá del estruendo de las palabras surge lo simbólico puro, una fórmula que no quiere decir nada: la de la trimetilamina. Un significante solo, enigmático, que viene a cifrar lo real entrevisto en esa garganta abismal. Este S1 hace función de litoral del objeto causa que Lacan nombra con el término latino quod, cuya función en latín es causal. La trimetilamina viene como semblante de respuesta allí donde el saber se detiene ante el sexo, según dice Lacan en Los no incautos yerran. Ha habido un franqueamiento hacia lo real que como cualquier momento de pase, no sólo se dirige a Fliess, sino a todos nosotros, por eso Freud lo pública, busca transmitir algo.